100 [Posibilidades]
Celebro mi primer centenario. La entrada número cien. Aunque ha quedado claro que las paranoias numéricas no son lo mío, me gusta esa cifra; sobre todo porque, cuando hace poco menos de cuatro meses, comencé este blog, nunca pensé que durase más de una semana. Los que me conocen bien, saben que si algo me define es mi inconstancia, que comienzo las cosas con ilusión, pero luego las dejo abandonadas. Y lo cierto es que pensaba que esto me iba a ocurrir con el blog, pero, contra todo pronóstico, aquí sigo dando la murga. Y si lo sigo haciendo es gracias a todos los que os pasáis por aquí de vez en cuando.
Durante estos primeros cuatro meses, el blog ha sido algo así como un diario privado-público que me ha servido como no(ha)lugar para liberar tensiones y obsesiones. Realidades, ficciones, comentarios, lecturas, momentos tristes y algunos no tanto, obsesiones, sueños con besos cuyo sabor aún conservo, deseos afortunadamente no satisfechos, temores, placeres... Me he desnudado tanto como he podido, en ocasiones sin ningún pudor, casi liberando por completo mi intimidad. Ha sido un striptease en toda regla. Y espero que lo siga siendo. Le he cogido el gustillo a esta suerte de barra americana de la conciencia.
Cuando me preguntan por qué sigo escribiendo, la única respuesta que se me ocurre dar es “para que me lean”. Y creo que no hay otra. Sólo escribo para eso. Para que me lean. Todos hablamos para que nos escuchen. Al final, lo único que queremos es no hablar en el vacío. Lo que ocurre es que, con la escritura-blog, ese “alguien” se convierte en un ser múltiple, y sobre todo en un ser-posible. Y esto es, para mí, sin lugar a dudas, lo más interesante de esta experiencia: el universo de lo posible. Qué paradoja, yo, que siempre he predicado la doctrina lacaniana de lo imposible, acudiendo, al fin, al lugar de lo posible.
¿Para qué sirve un blog? Para escribir. ¿Y para qué sirve escribir? Para ser leído. No por demasiado obvio me parece menos correcto. Escribo simplemente por la posibilidad de ser leído. Creo que ésa es la única razón. Estas primeras cien entradas, por encima de cualquier otra cosa, han sido cien posibilidades. Posibilidades de comunicar, de compartir, posibilidades de, por momentos, ser-con-el-otro. Posibilidades desplegadas en el momento de la lectura. Como ahora, en este preciso momento, no cuando yo escribo esta palabra, sino cuando tú, ahora, estás leyendo esta frase, esta frase que se concluye en un punto y seguido. Posibilidad desplegada. Desplegada. Aquí. Ahora. Contigo. Es en este momento cuando se establece la comunicación. Por este “tiempo-ahora” en el que se detiene tu mirada, por este puente posible, merece la pena la pena seguir escribiendo, aunque muchas veces tenga que hacerlo en las cimas de las desesperación.
Seguiré, si no son demasiados los que dicen lo contrario, en el no(ha)lugar de la posibilidad.
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Durante estos primeros cuatro meses, el blog ha sido algo así como un diario privado-público que me ha servido como no(ha)lugar para liberar tensiones y obsesiones. Realidades, ficciones, comentarios, lecturas, momentos tristes y algunos no tanto, obsesiones, sueños con besos cuyo sabor aún conservo, deseos afortunadamente no satisfechos, temores, placeres... Me he desnudado tanto como he podido, en ocasiones sin ningún pudor, casi liberando por completo mi intimidad. Ha sido un striptease en toda regla. Y espero que lo siga siendo. Le he cogido el gustillo a esta suerte de barra americana de la conciencia.
Cuando me preguntan por qué sigo escribiendo, la única respuesta que se me ocurre dar es “para que me lean”. Y creo que no hay otra. Sólo escribo para eso. Para que me lean. Todos hablamos para que nos escuchen. Al final, lo único que queremos es no hablar en el vacío. Lo que ocurre es que, con la escritura-blog, ese “alguien” se convierte en un ser múltiple, y sobre todo en un ser-posible. Y esto es, para mí, sin lugar a dudas, lo más interesante de esta experiencia: el universo de lo posible. Qué paradoja, yo, que siempre he predicado la doctrina lacaniana de lo imposible, acudiendo, al fin, al lugar de lo posible.
¿Para qué sirve un blog? Para escribir. ¿Y para qué sirve escribir? Para ser leído. No por demasiado obvio me parece menos correcto. Escribo simplemente por la posibilidad de ser leído. Creo que ésa es la única razón. Estas primeras cien entradas, por encima de cualquier otra cosa, han sido cien posibilidades. Posibilidades de comunicar, de compartir, posibilidades de, por momentos, ser-con-el-otro. Posibilidades desplegadas en el momento de la lectura. Como ahora, en este preciso momento, no cuando yo escribo esta palabra, sino cuando tú, ahora, estás leyendo esta frase, esta frase que se concluye en un punto y seguido. Posibilidad desplegada. Desplegada. Aquí. Ahora. Contigo. Es en este momento cuando se establece la comunicación. Por este “tiempo-ahora” en el que se detiene tu mirada, por este puente posible, merece la pena la pena seguir escribiendo, aunque muchas veces tenga que hacerlo en las cimas de las desesperación.
Seguiré, si no son demasiados los que dicen lo contrario, en el no(ha)lugar de la posibilidad.
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Espero que logre añadirle unos cuantos ceros más detrás del cien. Yo creo haberme leído noventa y nueve de todas las entradas. Por lo menos.
ResponderEliminarNo puedo decir lo mismo que zenobia en lo respectivo a las entradas leídas. Pero al igual que ella espero que sigas escribiendo, porque tus entradas son un tarro del cual se pueden extraer multitud de reflexiones/conclusiones.
ResponderEliminarGracias por estas 100 entradas y que escribas muchas mas (y que leamos muchas mas).