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La peste

He pasado toda la noche acorralado por la peste a pies del marido de la búlgara que comparte habitación con mi madre en el hospital. El sinvergüenza ­–entiéndase el término simplemente en sentido descriptivo, pues no ha tenido vergüenza en hacer lo que ha hecho–, no contento con quitarse los zapatos, ha decidido que toda comodidad es poca y se ha quitado también los calcetines (o quizá haya sido la piel, porque yo he escuchado un ruido de resquebrajamiento, como si estuviese siendo despellajado). Una separación traumática, sin duda; pocas habrán sido las veces que el pie se haya visto desprotegido de sus compañeros habituales.

Hacía tiempo que no sentía un hedor tan intenso. De hecho, creo que nunca he olido algo así. De vez en cuando, como en broma, le he tenido que pedir prestado el oxígeno a mi madre para poder respirar algo de aire puro. Pero la pobre lo necesitaba más que yo, y no he querido propasarme demasiado.

Ahora son más de las tres de la madrugada y, antes de sucumbir, me decido a escribir la experiencia. Aquí no hay internet, pero lo escribo en word para subirlo al blog cuando llegue a casa.

Tras varios intentos de escribir algo con sentido, desisto. Lo siento. Imposible hacer nada así. Se me acaba el aire. Apenas puedo respirar. Me pican los ojos y comienzo a perder el sentido. Y lo peor es que no exagero un ápice. La ventana no se puede abrir. Envío a mi mujer un sms de socorro. Y ella me cree porque lo ha sufrido en sus carnes. Y yo no quiero dormirme; estoy seguro de no despertar jamás.

Pero se me cierran los ojos, y, en el duermevela, por primera vez en mi vida tengo la sensación de ser perseguido por un olor. Intento escapar, pero no puedo. Me pasan por la cabeza imágenes sin sentido. Recuerdo a Sísifo. Subo a la cima de una montaña huyendo de un hombre sudoroso que me persigue. Y, cuando llego a la cima en la que espero mi salvación aromática, me encuentro de bruces con un gigante pié desnudo posado sobre un calcetín acartonado. Un pie cuyos dedos se abren para acogerme en su seno. Escalo por una uña, pero casi me caigo dentro, en unas arenas movedizas que prefiero no pensar lo que son en realidad. Despierto. Pero todo es mucho peor.

Seguro que pocos me creerán, que todos dirán que exagero. Pero nada es más verdad que esto en este momento. Para mí es lo Real en su crudeza más absoluta. Lo inevitable, lo incontestable, lo intraducible. La Cosa. Das Ding. Un nauseabundo olor a pies que me rodea y que ya está en mí, que se ha convertido en algo interior. Yo ya soy ese olor. Ya estoy en ese olor. Soy uno-con-el-olor. Soy los pies del búlgaro. Sus dedos. Lo que hay entre sus dedos. El ser singular plural del que habla Jean-Luc Nancy tiene aquí su manifestación más radical. Una comparecencia. Yo comparezco aquí con el olor: no como una unidireccional salida del ser para llegar al mundo, sino como una concurrencia con los demás, pues comparecer, de algún modo, es “ser en la simultaneidad del ser-con, ya que no hay ningún ‘en-sí’ que no sea inmediatamente ‘con’”. Desvaríos.

No puedo más. Y, para poder acabar esta frase, tengo que quitarme el zapato y ponérmelo como mascarilla. No es aire puro, pero al menos es mío. Espero ahora que cualquiera de las personas de la habitación ventosee. Cualquier olor disuasorio, por nefasto que sea, sería una liberación para mí. Es en estos casos cuando el interrogante popular (que, por otra parte, es una de las grandes preguntas sin respuesta de la metafísica) se hace, muy a mi pesar, inevitable: ¿es que no se huele el sinvergüenza –de nuevo, etimológicamente hablando?

Y ahora tengo miedo. He bebido agua y me estoy orinando. No me aguanto. Iría al baño. Pero allí me esperan educadamente los zapatos con sus correspondientes calcetines nostálgicos. En fin, que Dios reparta fuerzas.

Comentarios

  1. Qué bueno, Miguel. Qué bueno...
    El sufrimiento es algo muy asociado a los olores.
    Al menos sabemos, por el post siguiente, que sobreviviste. ¿Secuelas? Esperemos que no...

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  2. Dioses yo le hubiera cortado los pies al cerdo XDDDD o almenos se la juego por otro lao, le robo los zapatos o algo... pero me las paga XDDDD

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