Presente continuo 24 - 30 enero
[Diario personal publicado semanalmente en La Opinion de Murcia]
VIERNES 24
La Culturería
Amaneces cansado
y resacoso. Ayer fue tu último jueves en mucho tiempo. La semana que viene
comienzan las clases y se acaban las salidas intempestivas. Hoy la cabeza te
explota y apenas puedes hacer nada en condiciones. Así que prácticamente
dedicas el día a vagar de un lugar a otro. Intentas leer y te sumerges en Lolita, que aún no has terminado. Te
sigue maravillando. Pero también es cierto que hay un momento en el que la
novela se transforma en una especie de guía de viaje por Estados Unidos y que
esa parte, que te resulta menos atractiva, está ralentizando tu lectura.
Por la noche asistes
con R. a la entrega de los premios de La Culturería. Intento de escapada ha resultado ganadora en la categoría de
literatura. No puedes estar más contento. Sobre todo porque en los últimos años
la literatura está convirtiéndose en una de las grandes bazas culturales de la
Región. Cada día aparecen libros excelentes de escritores murcianos. Por eso te
honra tanto que el jurado haya considerado que tu novela merece ese galardón.
En la gala
disfrutas rodeado de amigos y gente de la cultura. Y una de las cosas que más
te alegran es contemplar cómo una iniciativa como La Culturería, que sabes que
ha surgido gracias al esfuerzo y el empeño personal, es capaz de reunir a tanta
gente en un evento y enfatizar así algo importante: que en Murcia pasan muchas
y muy buenas cosas, y que la cultura se sigue moviendo. A pesar de todo.
Después de la gala,
das una pequeña vuelta con R. y te comes un gofre de chocolate. Es la mejor
manera que se te ocurre de celebrar el premio. Lo disfrutas como si fueses un
niño. Te pones de chocolate hasta las cejas.
SÁBADO 25
Principio y fin
Por la mañana
buscas el cuaderno en el que esbozaste Intento
de escapada y haces una foto junto al premio. Principio y final. Te das
cuenta de que la estructura que planteaste no tiene nada que ver con el
resultado. No coincide siquiera el título o los nombres de los personajes. Entre
la novela que pensaste y la que al final vio la luz hay un abismo. Lo que
tenías en la cabeza era mucho más ambicioso de lo que después pudiste –o
supiste– escribir. Esto te hace pensar en que uno nunca escribe el libro que
quiere, sino el que puede. Y que entre el escritor que uno imagina –y quisiera–
ser y el escritor que al final es hay una distancia insalvable.
Poner juntos el
premio y el cuaderno de esbozos te sirve para revivir aquellos días en los que
todo comenzaba. Y lo que desde luego no se te pasaba por la cabeza –por mucho
que lo soñaras– es que esas frases sueltas en un cuaderno acabarían publicadas
en la editorial con la que tanto habías fantaseado. Sientes, en cualquier caso,
que ya está bien y que es hora de dar carpetazo a Intento de escapada. En tu mesa hay ahora otros cuadernos, otros
esbozos. Otro tiempo ha empezado. Es el tiempo de redacción de esa novela sin
nombre que ahora te obsesiona. Esa novela que probablemente nunca acabará
siendo la novela perfecta que ahora tienes en la cabeza. Porque al final toda
obra es una mala copia de una idea previa. Quizá en un futuro lejano inventen
el artilugio para convertir las ideas en libros. Hasta entonces, habrá que
pelearse con el lenguaje para que entre lo que uno piensa y lo que uno escribe
al menos haya un parecido de familia.
DOMINGO 26
Buenos libros
Hace un día
primaveral. Sales a correr. No aguantas demasiado. Acabas a lectura de Tiempo de encierro, de Doménico Chiappe
y escribes una reseña para la revista Otra Parte. Te ha gustado mucho la
novela. Has disfrutado sobre todo de las reflexiones sobre el arte y la
tecnología. Y también sobre el modo en el que uno de los protagonistas narra su
proceso de pérdida del hogar y su transformación en extranjero. Chiappe es un
gran escritor. Te alegra no cesar de descubrir buenos libros. Quisieras detener
el tiempo y encerrarte a leer. Se te acumulan las lecturas.
LUNES 27
Escribir
Escribes toda la
mañana. Sientes que fluye. Necesitas escribir a mano y en cuaderno. Es como si
apresaras la historia y las palabras; como si emularas la voz del personaje que
narra la acción.
Por la tarde
escuchas la conferencia de Alberto Ruiz de Samaniego en el CENDEAC. Cita a
Benjamin y a Heidegger. Habla de la luz en el arte contemporáneo. Acaba con una
espléndida escena del Casanova de
Fellini sobre el apagamiento del espectáculo. Quieres volver a esa película. Regresas
en bicicleta. De camino, casi te tira el viento. Te encuentras a M., a quien no
veías prácticamente desde los tiempos de la universidad. No te reconoce.
MARTES 28
Docencia
Comienzan las
clases. Has tenido el primer cuatrimestre libre para escribir, viajar y dar
conferencias y ahora te toca centrarte en la docencia. Eres consciente de que
de aquí a junio sólo vas a poder escribir restándole horas al sueño. Dar clase
requiere esfuerzo físico y mental. Y no sólo son las horas que uno está en el
aula, sino sobre todo las de preparación de la asignatura y las que tienes la
materia en la cabeza. La mente acaba poniéndose en “modo clase” y es difícil
resetearla y volverla a llevar al “modo novela”. Es como si tuvieras que
cambiar el chip. A partir de este momento dejas de ser escritor y vuelves a ser
profesor.
Después de clase,
asistes asombrado a la conversación de Claudio Magris con Francisco Jarauta y
Pedro Luis Ladrón de Guevara. Escuchar a Magris en la Facultad es un
privilegio. Es uno de los grandes escritores europeos. Una figura
incuestionable. Te sorprende sobre todo su humildad y lucidez a la hora de
hablar del papel de los intelectuales en la sociedad. Al acabar la charla, te
firma El danubio. Regresas a casa con
el tesoro bajo el brazo.
Por la noche,
escribes como un poseso en el cuaderno. Te acuestas tarde y con el brazo
dolorido. Imaginas que escribirías mejor con una buena pluma.
MIÉRCOLES 29
Pluma
Clase
introductoria de Historia del Arte Contemporáneo en Filosofía. Te encanta dar
esta asignatura. Cada carrera tiene unos alumnos diferentes, pero el perfil de
los de Filosofía es especial. Esperas que este año sigan teniendo el nivel de
otros cursos.
Después de la
clase, bajas a Murcia y te plantas en Estilográficas López para comprar una
pluma. Allí descubres todo un universo en torno a la estilográfica. Eso es algo
que siempre te ha fascinado, la gente que conoce su mundo; los expertos en
campos específicos. Vuelves a casa con una pluma Delta y antes de comer la
pruebas en el cuaderno. Sientes que ahí también está la novela, en el medio, en
las herramientas de escritura.
Por la tarde,
haces un pequeño movimiento y notas que el cuello se vuelve a quedar pinzado.
Empieza como un dolor leve y poco a poco se va haciendo más grande.
A pesar de eso,
sigues escribiendo hasta tarde en el cuaderno. No puedes esperar; la pluma
tiene que se usada.
JUEVES 30
Dolor
Amaneces con un
dolor insoportable. Apenas has podido dormir y ahora ya hay no manera de que se
calme el malestar, te pongas como te pongas. Te tomas tres pastillas de
Robaxisal, coges la bici y te vas a clase. Cuando llegas a Murcia, el dolor ya
incluso te nubla la vista. Como puedes, te subes a la tarima y comienzas con tu
primera clase seria de “Últimas tendencias del arte”. Cada vez que te giras
hacia la pizarra para apuntar algo –porque sigues utilizando la pizarra– ves
las estrellas. Pero intentas guardar las formas. Parece –o eso quieres creer–
que nadie se da cuenta. En cuanto acabas la clase, como si hubieras salido de
un trance, desaparece la adrenalina y vuelve el dolor.
Después, anulas
las dos reuniones que tienes y regresas a casa para meterte en la cama con una
manta caliente y una ensalada de calmantes. Te levantas aún peor.
Por la tarde
intentas leer, pero ya no encuentras la postura correcta. Esto sí que te
resulta grave. De pie, vagas de un lado a otro de la casa. Te cuesta trabajo
incluso comer. Te acomodas por la noche como puedes en el sofá y ves con R. el
último capítulo de American Horror Story.
Era una serie que prometía mucho, pero esta temporada ha sido puro manierismo.
Después de eso,
intentas escribir, volver a leer, hacer algo, pero no puedes. Tampoco puedes
dormir. El dolor es intenso. Sientes incluso un hormigueo en las manos. Y en un
momento te asustas porque no ves por un ojo. Seguramente es sugestión. Es nada
más que un dolor de cuello. Acabará yéndose. Al menos eso esperas.
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