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En Ithaca, más leer y menos fotocopiar

Me he vuelto a aislar del mundo del mundo otra vez y me he escapado unos meses a Ithaca, invitado por la Universidad de Cornell para investigar un tiempo tranquilo sobre el arte contemporáneo, el tiempo y la cuestión de la obsolescencia. Ahora, después del tiempo de concentración en la novela –que reposará un rato hasta nueva orden–, me centraré en lo académico y en volver a leer otra vez con calma y sosiego a Benjamin y compañía.

Antes, salir a investigar era otra cosa, al menos en el ámbito de las humanidades contemporáneas (algo diferente sería ir a consultar archivos donde hay cosas específicas...), y se pasaba uno el tiempo de la estancia frente a la máquina de fotocopias, vulnerando todos los derechos de autor habidos y por haber, porque aquellos libros y artículos no los iba a volver a ver uno en la vida. Recuerdo mis estancias durante la tesis y la pulsión de fotocopia que tenía por aquel entonces. Irse a investigar era irse a fotocopiar libros y artículos y a desmantelar bibliotecas. Pero volvía uno igual de tonto, más o menos.

Hoy ya prácticamente –y aún
con demasiadas excepciones, claro– tenemos todo al alcance de la mano. Muchos de los libros y documentos que hay en la biblioteca de Cornell están accesibles de un modo u otro. Eso sí, verlos todos juntitos acojona y da la medida de lo poco que sabe uno y de lo que hay que leer. Tal y como están las cosas, en una semana o dos, como mucho, se puede hacer el trabajo de recopilación. Y lo verdaderamente interesante es comenzar a leer, reflexionar y escribir. Y, sobre la marcha, ya buscar las cosas que vayan saliendo. El tiempo que se tiene aquí, sin clases, ni compromisos de ningún tipo, es un regalo que no se puede desperdiciar solo recopilando cosas para otro momento que nunca llega –porque, no nos engañemos, las cosas que se archivan se quedan para siempre en el cajón de las estancias; todavía tengo libros fotocopiados en francés para empapelar París y no me han servido de nada.

Antes fotocopiaba uno cosas “por si acaso”. Pero eso ya no tiene sentido hoy. La investigación se hace en tiempo real y no para un futuro que nunca se hace presente. Mi estancia en el Clark Institute me sirvió para volver a apreciar la necesidad de trabajar con calma y sin presiones, pensando más en el presente que en el futuro, más en el proceso que en el resultado. Allí me di cuenta de que es mejor leer un libro que fotocopiar doscientos. En la investigación contemporánea en humanidades, la información ya no es el valor principal. Lo importante es lo que se hace con ella. Cómo se filtra, cómo se procesa. Y para eso se necesita tiempo. Y también quitarse de la cabeza muchas cosas, liberar espacio de memoria para que ese proceso tenga lugar. Eso es lo que espero conseguir aquí, en la Ithaca de Ulises, con un frío que amenaza ya con llegar, rodeado de libros, cataratas y bosques.

Comentarios

  1. Juan de Dios García6 de octubre de 2011, 23:06

    Que Odiseo te ayude a encontrar la paz, el tiempo y la concentración que deseas. Así, los que te leemos obtendremos más satisfacciones con lo que filtres.

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  2. Una reflexión que tendré muy en cuenta ahora que voy a comenzar un proceso de los que vd. evoca.

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