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#despertar

La semana pasada, dos días antes de las elecciones, escribía aquí de lo que suponía un movimiento como el 15M y sus derivas. Lo que más interesante me parecía era la visualización de un conflicto y la formación de una imagen múltiple del descontento. Algunas de las claves de la #spanishrevolution están en la articulación de grandes consensos en torno a ideas fundamentales y en el trabajo con las redes sociales a través de la participación deslocalizada y plural. Dos puntos que, paradójicamente, ahora se encuentran en peligro.

El primero de ellos tiene que ver con el modo en el las primeras demandas se están convirtiendo en propuestas y acciones demasiado específicas, de tal manera que los grandes consensos sobre lo fundamental –y especialmente sobre las formas de conseguirlo– se agrietan. La clave del movimiento y lo que hace que tanta gente lo apoye está en lograr hacer valer y oír la presencia del sentido común. Un sentido común que consiste en demandar justicia, honestidad, dignidad. El problema, claro está, lo encontramos cuando esa demanda amorfa, ese grito de indignación, comienza a tomar forma a través de la concreción, cuando comienza a delimitarse demasiado. Es entonces cuando la multiplicidad de ideologías, voces y situaciones del 15M comienzan a chocar entre sí, cuando las demandas de cambio se quieren hacer tan específicas que ya dejan de ser de todos. Es el paso de la Democracia Real Ya a la Democracia Real Yo, donde cada uno quiere hacer valer su punto de vista, y donde cada cual tiene su sentido de la justicia, la honestidad y el respeto. Y es entonces cuando entra en juego la aporía de todo esto: ¿cómo hacer oír la voz del pueblo cuando el pueblo mismo está construido a través de una multiplicidad que no puede ser reducida? La única respuesta es la concentración en torno a puntos esenciales, el tan traído y llevado “consenso de mínimos”, que nos sirve casi como elemento de cohesión estratégico para formalizar una “imagen del pueblo” que de otro modo sería imposible.

La segunda cuestión para pensar tiene que ver con la duración y la espacialización de la protesta. Y es que un movimiento que tenía su fuerza en la potencia de lo inesperado ya está demasiado tiempo en las plazas –y no critico la ocupación, que me parece legítima, sino la efectividad de dicha ocupación–. El vigor de una imagen política, ya lo decía Benjamin, es el de un parpadeo que desaparece y reverbera. La movilidad es el espacio de lo político. Lo contrario es estabilidad y rigidez, y se parece demasiado a lo que se critica. Sin lugar a dudas, es hora ya de levantar los campamentos y de trasladar eso a nuestra vida cotidiana, de llevar esas ideas y esos modos de agrupamiento y colectividad que sea visible pero no tan excesiva y delimitadamente visible como se están haciendo las acampadas.

En cualquier caso, hay que quedarse con lo bueno de todo esto. Y es que una generación que creíamos perdida, que imaginábamos absolutamente adormecida, comienza a despertar. Y también a despertarnos. Una mecha ha prendido. Y eso es mucho. Creo que los partidos políticos –todos–, pero también el resto de los poderes sociales, deben darse cuenta de la situación o, con el tiempo, la cosa realmente se les va a ir de las manos. Lo que ha quedado claro de todo esto es que la gente no está absolutamente atontada y que ya no se la puede chulear con total impunidad. Lo demás irá llegando.

[Publicado en La Razón, 27/05/11]

Comentarios

  1. Se ha hablado poco del papel absolutamente protagonista de la mujer en este movimiento. Hice un par de fotos en las asambleas murcianas...más del 70% eran chicas.Ya están aquí.Me quedo con eso. Pronto los machos alfa no serviremos más que como cuerpos de seguridad del estado y para levantar copas en estadios. Democracia Real Yo. Genial.

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  2. En esto tienes razón. Yo también me he fijado. Y sin duda, el pensamiento feminista es central para comprender todo esto y para plantear otros modos de entender la política. Por supuesto, no un feminismo trasnochado como el que a veces uno se encuentra, sino un feminismo postesencialista, nómada y radicante. Ahí, por supuesto, tienen cabida los hombres. Porque algo muy importante es que el feminismo no es algo exclusivamente de mujeres. Aunque sí que es curioso que los "mossos" son "mossos", y que podemos caer en la tentación de la lectura: fuerza/violencia/hombre vs. reflexión/paz/mujer.

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  3. Algo parecido pienso yo sobre los colectivos y la diversificación, aunque sin indicir en el feminismo, ya sea trasnochado o no. Sin hacer ningún tipo de distinción por razón de sexo ni ningún otro rasgo personal: http://lasmentirasqueadancontoalaprensa.blogspot.com/2011/05/spanishrevolution-o-guerracivil20.html

    Saludos!

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  4. Levantar copas en los estadios no está nada mal. Yo lo echo de menos. Por lo demás... ¿cómo no estar de acuerdo?

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