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Silencio

En 1952, John Cage sorprendió al mundo de la música con 4’33”, una obra que presentaba cuatro minutos y treinta y tres segundos de silencio. Compuesta en tres movimientos (30’’, 2’23’’ y 1’40’’), la pieza reflexionaba sobre la figura musical “silencio”, y no sobre el silencio puro. En la sala de conciertos no había un silencio absoluto, sino que se escuchaban toses y algún que otro rumor de fondo. Cage era consciente de esto, y, de hecho, una de las claves de la obra es la diferenciación clara entre el silencio de la composición (de la música) y el silencio de la sala (de la vida). Precisamente, el año anterior Cage había intentado buscar el silencio puro en la cámara anecoica de la Universidad de Harvard. Sin embargo, durante el tiempo que permaneció allí, en total aislamiento de los sonidos del mundo, no pudo encontrar el silencio absoluto. Es más, advirtió que podía escuchar dos tonos o vibraciones, uno alto y otro bajo, los tonos del sistema nervioso y del sistema circulatorio. No habría, pues, una ausencia de sonido salvo en la artificialidad de la partitura, en la convención cultural del signo que significa silencio, que sólo vale como regla en el ámbito de la composición.



El otro día, para comenzar la clase dedicada al neodadaísmo, después de recomendar la La anarquía del silencio, la expléndida exposición sobre John Cage que tiene lugar en estos momentos en el MACBA, no se me ocurrió otra cosa mejor que poner este vídeo, el vídeo de la versión para orquesta que dirigió Lawrence Foster en 2004 con la Sinfónica de la BBC. El resultado, como había previsto, fue que gran parte de los alumnos, de cuarto de carrera, a duras penas aguantaron el silencio. Gracietas como "no se oye", "cuándo empieza" o "dale voz", eran las más comunes. Pero también el cuchicheo y el movimiento constante. Había algo en esa pieza de Cage que aún seguía produciendo inquietud, algo que aún era difícil de tolerar. Me di cuenta, entonces, de lo difícil que es permanecer inactivo, improductivo, callado, contemplando la nada y el vacío. Y es que el silencio, hoy, en una sociedad del ruido, sigue siendo el más subversivo de los sonidos.

Comentarios

  1. Escuché esa historia por primera vez de voz y voto de Antonio, el de Doble A también llamado. Y además, precisamente en mi último tweet de hace unos segundos sale John Cage. ¿Casualidad? No lo creo.

    Te recomiendo "El gran silencio", la peli sobre un año en la cartuja de Grenoble. A ver si la soportas.

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  2. Me pasa cuando tengo visitas. En mi casa no hay televisión, ni radio, ni una minicadena. No hay silencio tampoco: hay sonido de olas todo el tiempo.
    Me ha pasado incluso que un familiar que no soporta ese silencio y no me visita más.

    Él se lo pierde.

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  3. Permíteme que te recomiende este vídeo que conocí el otro día. Sobretodo, en relación con "Para los pájaros" de John Cage:

    http://vimeo.com/6428069

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  4. Sencillamente magnífica, esta experiencia universitaria. "Dice" más que Cage (que ya es decir...).

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