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Te(le)ología

Al final, sobresaltado por la crudeza de las imágenes, el hombre de blanco no tiene más remedio que ladear la mirada y apagar la televisión. Antes de acostarse, se frota los ojos y reflexiona unos segundos sobre lo que ha visto: la gran explosión, el agua, los animales descomunales, el cataclismo... todo más o menos aceptable hasta el que el bicho peludo se pone a dos patas y logra decir ‘mío’. A partir de ahí todo va a peor. Lo más triste es que mañana ponen lo mismo.

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