VIERNES
25
Maleta
Te
despiertas cansado y con algo de jet-lag. Enseguida tocan al timbre: ha llegado
la maleta que te habían extraviado. La abres para comprobar que está todo. Y
enseguida adviertes el tremendo olor. Está todo, en efecto. Pero todo está
empapado de ron. Una de las botellas, afortunadamente la más barata, no estaba
bien cerrada y se ha derramado sobre la ropa. El olor te conduce a la hacienda
Santa Teresa, aquel lugar en el que incluso las paredes olían a ron. Es como la
magdalena de Proust, pero en versión etílica. El olor se te mete dentro, y el
recuerdo se convierte en algo corporal. Es más que una evocación. Se trata de
una sensación. Piensas que cada vez que abras el ron, cada vez que lo huelas,
volverás a estar en Venezuela. A veces un olor condensa toda una experiencia. Y
por alguna razón, la mañana que pasaste en la hacienda Santa Teresa, rodeado de
amigos a los que ya echas de menos, se ha transformado en una imagen
recurrente.
En
la maleta está el chándal, el famoso chándal del equipo nacional que tú creías
que era el chándal chavista y que te hacía tanta ilusión comprar. Es lo único
que se ha salvado del ron. Ese chándal es paranormal. Pronto lo comprobarás.
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...entonces no es la maleta mexicana es la maleta venezolana...jaja, no, si lo digo por alegrarme un poco el día.
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