Lunes 12 de agosto Despiertas en Cali a las cuatro de la mañana. Se te olvidó silenciar el móvil y el repartidor de Correos te pregunta si vas a estar en casa esta tarde. Me pilla algo lejos, contestas. Apagas el móvil e intentas volver a dormirte. Pero entre el jet-lag y la luz que comienza a entrar por la ventana ya no hay manera. Pasas la mañana en el hotel y acabas de leer ‘El olvido que seremos’. No cesas de subrayar pasajes: “La felicidad está hecha de una sustancia tan liviana que fácilmente se disuelve en el mercado, y si regresa a la memoria lo hace con un sentimiento empalagoso que la contamina y que siempre he rechazado por inútil, por dulzón y en últimas por dañino para vivir el presente: la nostalgia.” “La cronología de la infancia no está hecha de líneas sino de sobresaltos. La memoria es un espejo opaco y vuelto añicos, o, mejor dicho, está hecha de intemporales conchas de recuerdos desperdigadas sobre una playa de olvidos.”. Tras cerrar el libro,
Cuaderno de bitácora de Miguel Ángel Hernández. Reflexiones apresuradas sobre arte, literatura y cultura visual.