Ir al contenido principal

Entradas

Mostrando entradas de agosto, 2015

Fascismo acústico

R. ha regresado a España y te has quedado solo. Al llegar a Ithaca, después de la ida y vuelta en coche a New York para acercarla al aeropuerto, sientes que la casa está vacía. Es curioso que eches de menos sus espacios en una casa que no es la tuya. Han sido sólo tres semanas, pero cada uno ha ido ocupando su rincón y las huellas se forman en menos tiempo de lo que imaginas. Ese sillón que hace un menos de mes te resultaba extraño es ya una ausencia concreta. Por un momento, te invade la nostalgia. Pero es sólo un momento, porque nada más llegar encuentras a los vecinos dando por saco y lo que te invade es una gana de ponerles una bomba para que se callen. Esto del ruido americano va a acabar convirtiéndose en una pesadilla. A las cuatro de la mañana del miércoles pasado escribiste un estado de Facebook cagándote en los muertos del ocupante de la habitación de al lado del motel de New Jersey en el que pasabas la noche con R. Al día siguiente salía su avión de regreso a España y q

Ahora empieza todo

Ithaca cambia de la noche a la mañana. El lugar tranquilo y aislado se convierte en una especie de locura estudiantil. El viernes, durante el Move-In Day , las casas y los colegios mayores se llenan de estudiantes y la universidad se convierte en un ir y venir continuo de padres, hijos y espíritu santo. Tu casa también se llena. Cuando dijiste que habías alquilado el apartamento en Stewart Avenue alguien te comentó que esa era la calle de las fiestas. Party Street, dijeron. No importa, pensaste. Mejor. Además, soy español; fiestas a mí. Pero el caso es que tenían razón. Las fiestas están bien, pero no cuando suceden en el apartamento de arriba o en la casa de al lado –y no te invitan, claro–. Desde el viernes el aislamiento se ha convertido en una especie de jolgorio continuo. Creías que esas fiestas de las películas, tipo Desmadre a la americana , sólo suceden en las películas. Pero no. Suceden también frente a la ventana de tu dormitorio. Gritos, música y alcohol. Eso sí, a la

Rituales cotidianos

Algo más de dos semanas. El tiempo pasa rápido y lento al mismo tiempo. Parece que llevas aquí varios meses y, a la vez, que apenas has llegado. Imaginas que esa sensación de tiempo trastornado la seguirás teniendo conforme pasen los días, las semanas y los meses. El papeleo parece que va llegando a su fin. Cada gestión ha sido una pesadilla. El inglés te lo ha hecho todo más difícil. El lenguaje burocrático y las mil y una forms que rellenar. Pero ya está todo hecho. Tienes tu tarjeta de Cornell, tu seguro médico, has solicitado el número de la seguridad social, te has apuntado al gimnasio… ya estás monitorizado e instalado por completo. Escribes este post ya desde el despacho de la Society, en un momento de descanso, con un café junto al ordenador. Café largo, aguado, pero adictivo. Hay una cafetera en la cocina y no cesas de bajar una y otra vez. En España te diste duro al hígado con el alcohol; aquí le va a tocar al riñón. Pero necesitas el ritual. Llegas al despacho despu

Proyectos del futuro presente

Lunes 10 Comienza la semana y, aunque aquí aún no hay ningún fellow, te pasas por la Society. Ha llegado una de las cajas de libros que enviaste desde España y te hace ilusión colocarlos. Aquí tendrás todos los libros del mundo, es cierto, pero hay cosas en español que es difícil encontrar o, sobre todo, ciertos textos que necesitas subrayar y trabajar directamente. Por alguna razón, no estás demasiado habituado a usar libros de la biblioteca y eso te arruina algunos meses, porque no dejas de comprar y comprar. Aquí intentarás cambiar algo ese hábito, aunque eres consciente de que a veces necesitas subrayar para hacer tuyo el conocimiento, para llevártelo a tu terreno. Subrayar es una forma de poseer, de tener, como quien marca un ternero con su sello. Tener y saber, aunque no siempre –afortunadamente–, en ocasiones son términos sinónimos. Colocas los libros y comienzas a diseñar el plan de investigación de este curso. Son varios proyectos. Por un lado, quieres ampliar y compl

Encontrar un hogar

Miércoles 5 - Domingo 9 Te levantas temprano y haces café. Agua sucia marrón. Vas a echar de menos tu Nespresso. Desayunáis y salís rumbo a Cornell. Tienes que notificar tu llegada a la Oficina de Internacionales (ISSO). Llegáis sudorosos después de subir varias cuestas. Le habías contado a R. que Ithaca era una montaña rusa, pero ha tenido que venir aquí para experimentarlo. Tienes que volver a acostumbrarte. De momento, paras a la mitad para tomar aire y seguir subiendo. Después de notificar tu llegada, vas por fin a la Society for the Humanities. El edificio de nuevo te sorprende. Es la antigua casa del primer presidente de Cornell, A. D. White, un edificio histórico que parece sacado de alguna novela de época. T. y M. te reciben entre abrazos. Es un placer volver a verlos. Te enseñan tu oficina y te quedas enamorado del lugar. Te imaginas allí los próximos meses leyendo y escribiendo y se te ponen ya los dientes largos. Das las gracias una y otra vez. Es mucho más de lo qu

Road movie II

Martes, 5 de agosto  Te despiertas varias veces durante la noche y al final decides levantarte temprano. En el desayuno conocéis a un portorriqueño que ha ido a visitar a su tía enferma y que va a aprovechar el día haciendo turismo por las Endless Mountains. Antes de salir para Ithaca, pones la ruta en el iPad y haces una captura de pantalla. No parece difícil llegar. Mucho más fácil que salir del JFK. Conducir de día es otra cosa. Pones música –una emisora de country– y comienzas la road movie. Todo fácil hasta un momento inesperado que no aparecía en la ruta del iPad: ¿hacia Albany o hacia Siracusa? Decides Albany. Y te equivocas. Pero no lo sabes hasta que una hora después no te suena nada y paras en un área de servicio. Allí consultáis el mapa de carreteras que hay en los aseos.  Te has equivocado. Claramente. Vas en la dirección contraria. East en lugar de West. Le haces una foto al mapa y la consultas antes de volver a salir a la carretera. Sólo tienes una cosa clara. Pa

Road movie I

Lunes, 3 de agosto Amaneces con dolor de cuello. Ayer se te quedó pillado y llevas dos días drogado con relajantes musculares. Hoy duele menos, pero duele. Es temprano. Cierras la puerta de tu apartamento y la nuca se te eriza. Pero ahora no es la tortícolis, sino un principio de nostalgia por lo que dejas atrás. Tantas y tantas cosas. No sabes si quieres irte. Diez meses fuera de casa. Afortunadamente R. viaja contigo. Y la distancia parece menor. El autobús sale a las ocho. Directo. Murcia-Barajas. Llevas más maletas de la cuenta. Dicen que una por persona. Vosotros lleváis dos cada uno. Os miran mal. Sobre todo cuando el maletero se llena. Una por persona, repiten. Sí, sí, dices. Y acabas colocando las maletas casi como si fuera un Tetris y subiendo al autobús sin mirar a nadie. No duermes en el viaje. El cuello no te deja. Llegáis a Barajas a mediodía y facturáis sin colas. Las maletas están en el peso justo. Todo va sobre ruedas. Al embarcar os cambian los asientos y