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Mostrando entradas de febrero, 2013

Vampiros

Durante años, he tenido un sueño recurrente: hordas de vampiros me perseguían y siempre acababa escapando de alguna manera o me despertaba justo en el momento en el que me iban a morder. Pero ahora mismo, después de quedarme traspuesto, los vampiros me han dado caza y han logrado morderme. Aunque era un sueño, he sentido la mordedura, el desvanecimiento y la pérdida de consciencia. Y también la resurrección. He vuelto a la vida como vampiro. Y la cosa no estaba tan mal. Lo peor, decían, era que todo era muy gris porque había que huir del sol. Y también lo de la sangre, pero eso parece que se podía arreglar –me daban una pizza calzone donde apenas se notaba nada–. Por fin me he sentido uno de ellos, en paz y sin miedo. Lo único extraño ha sido cuando he preguntado, con toda inocencia, "oye, ¿y de qué vivimos los vampiros? trabajaremos en algo ¿no?". En ese momento, todos se han mirado entre sí con complicidad perversa. Y me he despertado con mucho miedo.

"Miguel Ángel Hernández"

Más de un amigo se ha extrañado por el cambio de nombre en la portada de  Intento de escapada . Has perdido el Navarro y has ganado el Ángel, me han llegado a decir. Alguno incluso me ha insinuado que quizá Miguel Á. Hernández-Navarro y Miguel Ángel Hernández no sean la misma persona. Hace unos meses, Alberto Olmos hablaba de la tendencia reciente en la literatura española a firmar con el nombre propio de verdad, incluso para los Gutiérrez, Sánchez o Pérez. Después de un tiempo en el que los escritores españoles parecían buscar un nombre raro y diferente, un nombre de escritor, parece que de un tiempo a esta parte se ha comenzado a usar lo que uno tiene, aunque no suene demasiado elegante. También Enrique Rubio ha escrito en alguna ocasión –en particular en su novela Tania con i – que alguien con un nombre normal lo tiene difícil para ser escritor. Un Sánchez podrá escribir muy bien, pero de entrada lo tiene jodido ante un... Max Power –como decide llamarse Homer en un memorable c

Ya están aquí

Ya están aquí. Los ha traído un señor muy amable. Al abrir la caja me temblaban las piernas. Al tener un ejemplar en las manos casi se me saltan las lágrimas. Imagino que algo parecido –bueno, seguro que bastante más y lo mismo me paso en la comparación– es lo que debe de sentir un padre cuando toma a su hijo en brazos por primera vez. Yo no he sido padre, así que no sé exactamente lo que se siente. Pero lo que sí sé es que ver la caja de Anagrama, abrirla, contemplar tu libro ahí, hojearlo y darte cuenta de que todo es verdad, es un momento de felicidad indescriptible. Eso pasó ayer. Por la noche dormí como un bendito. Y esta mañana, lo primero que he hecho al levantarme ha sido volver a asomarme para ver si todo era cierto y no había estado soñando. Y sí, era cierto. Los libros seguían allí, como un tesoro, como un deseo concedido.  Nunca –de verdad, nunca– un libro me había emocionado tanto. Llevo escritos ya unos cuantos, pero tengo la sensación de que esto es lo primero que e

513

"Podría contar mi vida uniendo casualidades", recuerdo que decía uno de los protagonistas de Los amantes del Círculo Polar, la película de Medem. Desde aquel momento, la casualidad comenzó a llamarme la atención. Luego leí a Paul Auster y a Enrique Vila-Matas, me deleité con su exploración de los azares cotidianos y las casualidades extrañas, sus historias presididas por encuentros fortuitos detrás de los que parece haber algún significado escondido. Azares objetivos, casi en el sentido original del surrealismo tal y como fue imaginado por Breton. En sus libros he aprendido a mirar las cosas de modo diferente, a apreciar los misterios de la casualidad y casi diría yo que a atraerla. Es lo que parece ocurrirme con Intento de escapada , la novela que Anagrama está a punto de publicar. Como escribí en este blog, el libro aparece en la colección Narrativas Hispánicas . Y el número de colección del libro es el 513. A priori, aquí no hay ninguna casualidad. Pero es que, curio

El futuro es muy oscuro

Por alguna razón, estas dos imágenes se han asociado en mi mente. Tengo aún que procesarlo. 

Espacios de la incertidumbre

La vida interior de las plantas de interior Patricio Pron Barcelona, Mondadori, 2013, 144 páginas [Originalmente en Paisajes eléctricos ] Lo primero que leí de Patricio Pron fueron sus cuentos de El mundo sin las personas que lo afean y lo arruinan (2010). El libro supuso para mí todo un descubrimiento . Por alguna razón –luego supe que se trataba más de mi ignorancia que de otra cosa– había dejado pasar de largo a este escritor. Sin embargo, al poco, se convirtió en una lectura indispensable. En aquel libro descubrí una escritura que parecía venir de otro tiempo, realizada por alguien que parecía haber nacido mucho antes de 1975. Una inteligencia y una manera de manejar el lenguaje que rápidamente me cautivó. Y en aquel libro encontré también una escritura que muchas veces se daba la mano con la filosofía: una escritura que estaba en el límite de convertirse en ensayo sobre las cosas, que quería producir conocimiento acerca del mundo. T

Fuera de la frase

El arte español más allá del discurso de lo global [Publicado en SalonKritik ] Este texto recoge algunas de las ideas que he repetido en varios lugares en los últimos años. La tesis es bien sencilla –y vuelvo a traerla aquí para que sea debatida y discutida en este contexto de reflexión sobre los problemas del arte español que se ha abierto en Salonkritik*–: aunque evidentemente nuestro sistema del arte no sea un modelo ejemplar y haya muchas cosas que mejorar, la escasa presencia de artistas españoles en los eventos internacionales –una de las quejas que no cesamos de repetir– no sólo se debe a factores de sistema –promoción, mercado, instituciones…– sino que, en última instancia, está relacionada con un problema de representación; o, mejor, de ausencia de lugar en la representación. I El sistema artístico español (Museos, galerías, revistas, universidades) ha evolucionado en los últimos años hasta llegar a alcanzar los estándares europeos e internacionales. Sin embargo, los a

Ben Lerner, o cómo ser contemporáneo

[Publicado originalmente en Paisajes eléctricos ] Hay novelas perfectas, obras maestras que te apabullan y que te anulan por completo. Ante ellas poco se puede hacer. Quitarse el sombrero y alabar su maestría. Luego están los libros malos o los mediocres. Tras su lectura, uno tiene la sensación de haber perdido el tiempo. Mejor haberlo dedicado a otra cosa. Pero luego hay otros libros geniales, que no llegan a ser perfectos del todo, pero cuya imperfección los acerca a la realidad y acaban llegándote incluso más que los libros perfectos. Hay mucho en ellos de genialidad, de maestría, de brillantez, pero también hay otras cosas que los vuelven terrenos, accesibles, que los llevan a un lugar en el que es posible la conversación. Ante ellos, el lector no se siente apabullado y anulado, sino todo lo contrario, es impelido a hablar, a situarse, a discrepar, en definitiva, a pensar. Saliendo de la estación de Atocha , la primera novela del joven norteamericano Ben Lerner (Topeka, Kansas

La guerra de los golfos sí ha tenido lugar

En la era píxel, las huellas del crimen perfecto siguen siendo materiales. Baudrillard se equivocaba. La guerra de los golfos sí ha tenido lugar. A los  papeles de Bárcenas, se suman ahora l os papeles de Eufemiano Fuentes. La corrupción y el dopaje como sistema. Como sistema precario. Escrito a mano, como si fuesen pervivencias de un tiempo pasado, como si el crimen funcionara con una temporalidad otra, con formas caducas. Huellas del cuerpo.  Y sin embargo, la explicación de esa huella de lo real sigue estando en la pantalla. El cuerpo se quita de en medio para evitar que salpique la mierda. N on olet . Noli me tangere . Y ya nadie cree nada si no toca lo real.  Hemos entrado en un régimen extraño de las imágenes. Huellas materiales, comparecencias inmateriales. No sé, es todo muy extraño. Habrá que pensarlo con detenimiento. Papeles de Bárcenas Papeles de Eufemiano Comparecencia de Rajoy

Django descabezado

Me ha gustado mucho Django desencadenado. De verdad. Y eso que no soy yo mucho de Tarantino, por no decir  que casi nada. Aun así, algunas de sus películas me parecen hallazgos. Y muchas veces, más allá de la estética de la violencia, a través una ironía aparentemente burda, pero en el fondo muy inteligente, pone sobre la mesa el corazón de cuestiones políticas y culturales de primer grado. En Malditos bastardos , por ejemplo, propone la posibilidad de intervenir en la historia: podemos con la ficción hacer cosas que no pudimos hacer en la realidad. La ficción es una herramienta de reconfiguración de la historia, una especie de contratiempo. Frente a la idea tradicional de que el tiempo está cerrado de una vez y para siempre, que las cosas que han pasado, han pasado así y no hay posibilidad ya de arreglarlas, Tarantino, como Walter Benjamin, parece pensar que el pasado puede ser modificado desde el presente, y que las ficciones no tienen por qué sólo repetir la historia sino también an