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Mostrando entradas de mayo, 2012

Antología del microrrelato español

Al final va a ser el microrrelato el género literario que más alegrías va a acabar dándome. Todo empezó como una tontería en plan broma privada con el humor surrealista a Ángel Cobacho. Escribí en este blog algunas microficciones sin demasiado sentido, y enseguida advertí que me encantaba escribirlas. Durante un tiempo me salían a decenas. Hubo una época, de hecho, en la que todos mis pensamientos acababan convirtiéndose en relato mínimo. A veces eran pequeñas ocurrencias, pero en la mayoría de los casos eran relatos condensados, historias de las que solo contaba un momento culminante, como si fuera la punta de un iceberg, o imágenes potentes que se me venían a la cabeza y que intentaba dotar de significado. Así, lo que había empezado como un divertimento, llegó a obsesionarme y casi le cogí el oficio. Luego, gracias a Tres Fronteras, algunas de estas microficciones se editaron en el librito  Demasiado tarde para volver, que podéis leer íntegro en Google Books . Después he seguido es

Hermenéutica

Uno no quiere creer en el destino, ni en las señales, ni en nada por estilo. El conocimiento esotérico da grima. Pero a veces te encuentras señales y percibes que algo está viniendo. Es lo que lleva pasando desde hace un tiempo. Durante las dos últimas semanas, más por azar que por otra cosa, he estado en los mismos escenarios que el protagonista de mi novela inédita. Los mismos lugares a los que estaba sin entrar prácticamente desde que empecé a escribirla –hace dos años– y que tan solo recordaba vagamente. Por otra parte, mañana seré el padrino de la promoción de este año de Bellas Artes en Murcia. Esto también le pasa a uno de los protagonistas de la novela. Y las fechas coinciden casi exactamente con las de la novela. Todo es demasiado extraño. Absolutamente siniestro. La realidad comienza a tomar la estructura de la ficción. Pero lo más extraño de todo es que precisamente en estos días es cuando comienzo a recibir noticias editoriales sobre la novela. Buenas noticias –después

Crisis

La universidad se va a la mierda. La sanidad se va a la mierda.  La educación, en general, se va a la mierda. El bienestar, en general, se va a la mierda. Los inmigrantes se van a la mierda. Las personas, en general, se van a la mierda. Los pensionistas se van a la mierda. Los derechos, en general, se van a la mierda. Y ahora ni siquiera hay fin del mundo. Han descubierto un calendario Maya que dice que el mundo no acabará en diciembre. Pero a falta de Apocalipsis te queda la mierda, la primavera, las mujeres,  el sexo, el placer y las cosas que amas. Y sobre todo la posibilidad de escribir tonterías como estas, así, de seguido, sin meditar, sin pensar un segundo por qué coño escribes, por qué cojones tecleas como un poseso sin parar un segundo a mirar lo que acabas de escribir, sintiendo que ha llegado la hora de poner punto y final, de abandonarlo todo un momento y volver de nuevo a leer poesía.

Punto y final

[Por varias "razones" dejo mi columna semanal de La Razón. Entre otras cosas, estoy cansado de la obligación de escribir semanalmente, tenga o no cosas que decir. Tampoco es que me encuentre muy cómodo con las últimas portadas, la verdad. Aunque al final yo escribía de lo que quería y nunca me tocaron una palabra. Por supuesto, el medio condiciona el mensaje, eso lo sabemos. Pero también es cierto que hay un momento en el que el mensaje es casi anulado cuando el medio se hace tan visible. En cualquier caso, os copio aquí mi despedida] Hace cinco años que comencé “teorías de helarte”. Y, durante este tiempo, he hablado aquí de arte, de libros, de cultura, de política y prácticamente de todo lo que se me ha pasado por la cabeza –incluso de nada, en más de una ocasión–. Esta columna me ha servido de toma de contacto con la realidad más allá de los textos académicos –que apenas leen los especialistas– y me ha enseñado a escribir en un tono coloquial que me ha aclarado muchas de

La performance de la escritura

Disecado Mario Bellatin Sexto Piso 93 páginas. 14’90 euros En los últimos años se ha escrito mucho acerca de las relaciones entre literatura y arte. Por lo general, se suele aludir a ellas en referencia al contenido y la temática de los libros, que apuntan hacia el arte contemporáneo como un espacio capaz de proporcionar nuevas tramas y situaciones literarias. Es lo ocurre, por ejemplo, con la última novela de Michel Houellebecq –y otras muchas–, que encuentran en el arte un lugar de experiencias interesante para narrar. Algo diferente, pero más interesante, es la fascinación por el universo artístico que siente el escritor mexicano Mario Bellatin, una de las voces más difíciles de clasificar del panorama literario internacional. Los títulos de algunas de sus obras anteriores como El Gran Vidrio  o Lecciones para una liebre muerta  hacen alusión directa a obras centrales del arte contemporáneo. O el uso de la fotografía como estrategia narrativa en obras como Shiki