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La performance de la escritura


Disecado
Mario Bellatin
Sexto Piso
93 páginas. 14’90 euros



En los últimos años se ha escrito mucho acerca de las relaciones entre literatura y arte. Por lo general, se suele aludir a ellas en referencia al contenido y la temática de los libros, que apuntan hacia el arte contemporáneo como un espacio capaz de proporcionar nuevas tramas y situaciones literarias. Es lo ocurre, por ejemplo, con la última novela de Michel Houellebecq –y otras muchas–, que encuentran en el arte un lugar de experiencias interesante para narrar. Algo diferente, pero más interesante, es la fascinación por el universo artístico que siente el escritor mexicano Mario Bellatin, una de las voces más difíciles de clasificar del panorama literario internacional. Los títulos de algunas de sus obras anteriores como El Gran Vidrio o Lecciones para una liebre muerta hacen alusión directa a obras centrales del arte contemporáneo. O el uso de la fotografía como estrategia narrativa en obras como Shiki Nagaoka o Los fantasmas del masajista lo llevan a confrontar lo decible con lo visible, logrando artefactos literarios a medio camino entre el texto y la imagen. Y junto a esto, hay en la obra de este escritor algo que lo lleva directamente al ámbito de lo artístico, y es la manera de trabajar con la experiencia creativa.





Podemos decir, sin temor a equivocarnos, que Mario Bellatin es un escritor-artista, y que su escritura –aun teniendo, claro está, unos referentes que provienen del mundo de la literatura– surge de la creatividad y el impulso del arte visual –y también, en cierto modo, del teatro–. Una escritura que se asemeja más a la experiencia de la performance –lugar donde se tocan arte y teatro– que a la narrativa contemporánea. En este libro, publicado por Sexto Piso –cuya elegante, precisa y contundente labor editorial es siempre necesario destacar–, Bellatin lleva la performance escritural a unos ámbitos muy difíciles de superar. Y lo hace especialmente en “Disecado”, el primero de los dos textos que componen la obra. Allí, el escritor compone un juego de identidades donde Mario Bellatin es el centro de la historia. Una reflexión sobre la propia obra del escritor contada por un personaje cuya identidad nunca podemos saber del todo, “¿Mi Yo?”, que presenta una revisión del proceso de teatralización de Perros héroes y de gestación de Salón de Belleza, dos de las obras centrales de Bellatin. El autor presenta una visión distanciada de su obra, como si intentase crear un espacio imposible entre el ser que escribe y el ser que es para poder verse desde fuera. Una toma de distancia que le hace incluso imaginar a un Bellatin muerto, que materializa en cierto modo esa muerte del autor de la que tanto habló Roland Barthes.

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