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Mostrando entradas de septiembre, 2012

Sobre Cage en Medellín

Aquí os dejo la conferencia que impartí en Medellín sobre John Cage, el silencio y el arte antivisual. Es una introducción mínima a la cuestión, y muchos de los puntos tan solo están esbozados para trabajarlos con detenimiento en el texto que entregaré a los organizadores. La conferencia formaba parte del homenaje a Cage que ha dirigido y organizado durante todo el año Lucrecia Piedrahita en varias sedes de la ciudad de Medellín. En particular, se encuadraba dentro de un encuentro que pretendía explorar el lugar de Cage en el arte experimental. Como muestra,  aquí  va también un link al texto de Guillermo Vanegas, otro de los ponentes, que presenta una panorámica bastante incisiva de por dónde fueron algunas de las ponencias. Miguel Ángel Hernández - Silencios de la mirada from Museo de Antioquia on Vimeo .

Conversación sobre nada

–Oye, ¿qué pasa con tu blog que no escribes nada nuevo? –No sé, empiezo a pensar que no tengo mucho que decir. –Se te ha secado la imaginación. –Eso es. No encuentro nada nuevo que escribir. –Pues haz como antes. Relata tu experiencia. –Me resulta difícil. –¿Es que ya no te ocurren cosas o es que no quieres contárnoslas? –No eso. Me ocurren muchas, como a todos. De hecho, esta semana pasada ha sido dura. Cosa rara. Estuve en Medellín, donde disfruté hablando de John Cage y el silencio y conocí a gente estupenda. Pero a la mitad me tuve que venir corriendo. –¿Y eso? –El padre de womahn murió de repente. –Qué putada. Lo siento. –Ya ves, qué te voy a contar a ti que no sepas. La vida es tan cabrona a veces. Además, iban las cosas demasiado bien. –¿Y eso qué tiene ver? –Qué se yo, a veces piensa uno que cuando todo va perfecto, mejor incluso de lo que debería, el universo tiende a regularse y a buscar el equilibrio. –Eso es una gilipollez. –Lo sé. Pero no puedo dejar de pens

En capilla

Ha costado más de lo previsto, pero  Materializar el pasado  está ya en capilla por fin. Esta semana entra en imprenta y en menos de un mes lo tendremos en las librerías. Lo que iba a ser un ensayo mínimo al final se me ha ido de las manos, aunque ha quedado un tamaño que creo que está muy bien. Ciento treinta y dos páginas. Ni tocho ni  raquítico.  En cuanto salga, colgaré aquí la introducción y comenzaré a dar la brasa seriamente. Mientras tanto, os dejo estas fotos cutres de las galeradas. 

Tristiano

Imagino que alguien que no tenga qué llevarse a la boca y lo haya perdido todo también se indignará cuando alguno de nosotros digamos que estamos tristes (nosotros, con nuestros iPhones, coches, bicicletas, tarifas planas y el frigorífico cargado de ricos productos Hacendado). El problema no es que Cristiano Ronaldo esté triste –claro que puede estarlo, como todos nosotros; no vamos a descubrir ahora que el dinero no da la felicidad; quizá Ronaldo no sea más que otro pobre hombre que sólo tiene dinero y éxito profesional–. El problema es que su tristeza tenga alguna importancia y sea noticia. El problema no es otro que la legión de gilipollas –los medios, especialmente– que lo convierten en algo más que un señor que da patadas a un balón –aunque lo haga como los mismísimos ángeles–.

Retratos públicos y prácticas zombi

Creo que es Ulrich Beck el que ha hablado en más de una ocasión de categorías zombis. Conceptos, instituciones y prácticas que son una especie de eco de otro tiempo y que, sin embargo, siguen actuando de forma residual. Hace unos días, El País publicaba un artículo sobre los retratos públicos y lo costoso que nos sale a los ciudadanos esta tradición obsoleta. Muchas de las cifras de los retratos son vergonzosas –incluso aunque no estuviéramos en crisis–, pero no por el precio en sí de los cuadros –nunca un cuadro de Antonio López fue tan "económico" como el retrato de Álvarez Cascos– o incluso de las fotografías –el retrato de Manuel Marín no es sustancialmente más caro de lo que habitualmente suelen ser las fotografías de Cristina García Rodero (21.000 euros)–, sino más bien por la función y todo lo que significa esta tradición del retrato público. Una práctica que ya no tiene sentido alguno en un tiempo como el presente –donde la memoria gráfica de la época ya no tiene que