Fascismo acústico
R. ha regresado a España y te has quedado solo. Al llegar a Ithaca, después de la ida y vuelta en coche a New York para acercarla al aeropuerto, sientes que la casa está vacía. Es curioso que eches de menos sus espacios en una casa que no es la tuya. Han sido sólo tres semanas, pero cada uno ha ido ocupando su rincón y las huellas se forman en menos tiempo de lo que imaginas. Ese sillón que hace un menos de mes te resultaba extraño es ya una ausencia concreta. Por un momento, te invade la nostalgia. Pero es sólo un momento, porque nada más llegar encuentras a los vecinos dando por saco y lo que te invade es una gana de ponerles una bomba para que se callen. Esto del ruido americano va a acabar convirtiéndose en una pesadilla. A las cuatro de la mañana del miércoles pasado escribiste un estado de Facebook cagándote en los muertos del ocupante de la habitación de al lado del motel de New Jersey en el que pasabas la noche con R. Al día siguiente salía su avión de regreso a España y q...