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Presente continuo 14 - 20 febrero


[Diario personal publicado semanalmente en La Opinion de Murcia

VIERNES 14
San Valentín
Día de los enamorados. Entras en la librería para comprar la novela de Edmundo Paz Soldán que presentas dentro de dos semanas. En la mesa de novedades encuentras también el último libro de Pepe Colubi y lo coges automáticamente para regalárselo a R. No lo haces porque sea San Valentín. Lo haces porque sabes que ella se ríe mucho con sus bromas, porque compartís sentido del humor –quizá la complicidad más difícil de todas–. Porque la quieres, porque siempre está presente. En cualquier momento. Por mucho que a veces parezca invisible. Ella eres tú. Desde hace mucho tiempo. Sois la misma persona.

Por la noche salís a cenar. Habíais pensado ir al cine, pero os lo tomáis con calma. Cena tranquila, paseo, café y helado. Como cuando comenzasteis a salir. Recuerdas el primer San Valentín. El café en el Drexco. El regalo de entonces. Las bromas en torno a Puccini. Cuántas cosas han cambiado. Y cuántas siguen exactamente igual. O incluso mejor. Mucho mejor. El amor, por ejemplo. La pulsión, por ejemplo. El deseo, por ejemplo. Lo compruebas esta noche. Mejor y mejor. En lugar de debilitarse, todo se ha hecho más fuerte con el tiempo.


SÁBADO 15
Cumplir
El dolor de cuello va desapareciendo poco a poco. Tan solo es un eco de lo que fue. Te levantas temprano para comprar los periódicos. Esta mañana vais a celebrar el cumpleaños de I. y pasas por la librería para comprarle algo. Te encuentras allí con la nueva novela de Enrique Vila-Matas, que acaban de ponerla en la mesa de novedades. Compras una para ti y otro para I. Ahora mismo te gustaría que se detuviera el mundo y poder ponerte a leer el libro. Cuando llegas a casa, en los diez minutos que tienes antes de salir para el cumpleaños, comienzas a leerla. Maravillosa. Estás convencido de que esta novela te va a apasionar.

El cumpleaños es una fiesta sorpresa. I. no sabe nada. Están todos, incluso los amigos del colegio, del instituto y de la universidad. Tú la conociste en la universidad. Era la delegada de tu clase. Una noche te dijo que eras empollón, “pero de guay”. Luego has colaborado con ella y tendrías para contar mil anécdotas. Has vivido cosas que incluso no pueden ser contadas.

DOMINGO 16
Familia
Bautizo del hijo de tu sobrina, tu sobrino-nieto. Tocas el órgano en la ermita. Vas sin partitura. Improvisas algo. Por un momento incluso tocas el final de Perdidos, o algo que se le parece. La cosa es hacer ruido. En la homilía el cura habla del nombre de Jorge. Dice que es el defensor contra los malos espíritus.

Después, foto y convite. Te sientan con tus hermanos y los hermanos de tu cuñada. Muy agradable, como siempre. Es el modo de encontrarse con la familia. Y como siempre, de recordar. Antes o después siempre aparece en la conversación “el papá o la mamá”. Es una manera de hacerse presente en la ausencia. No lo dices, pero sabes lo que habría disfrutado tu madre al ver el bautizo del hijo de su nieta preferida.

Por la tarde, al llegar a casa, intentas preparar el recital que tienes en Madrid el próximo jueves. Se te ocurre la idea de mirar tus tuits desde el principio. Descargas el archivo y repasas tu cotidianidad. Es siniestro. Recuerdas todos y cada uno de los momentos de tu pasado reciente.


LUNES 17
Derrumbado
Vuelves a correr después de casi tres semanas. El cuello no te ha dejado. Regresas antes de tiempo y algo dolorido. Ahora es la tibia. Está claro que no estás hecho para el deporte. Además, te duele la garganta y crees incluso que tienes algo de fiebre. Llevas una racha imposible.

En las noticias, las imágenes de los inmigrantes saltando las vallas se te clavan en la retina. Es urgente meditar sobre el sinsentido de las fronteras, sobre las personas que tienen derecho de movilidad y sobre las que parece que no tienen siquiera derecho a ser persona. Los inmigrantes aparecen en las imágenes como una masa informe. Ninguno tiene nombre, ni edad, ni historia. Son presentados como puros cuerpos. Cuerpos mudos.

Por la tarde, última clase de Mercado del Arte. Terminas por esta vez el máster. Vuelves a casa derrumbado, absolutamente cansado. Por la noche, te ataca la tos. No puedes dormir, ni tampoco dejas dormir a R. Te levantas y te echas en el sofá. A las cinco de la madrugada logras cerrar los ojos por una hora.

MARTES 18
Apropiacionismo
Clase intensa en Historia del Arte. Explicas el postestructuralismo y el cuestionamiento de la idea de originalidad y autoría. “Detrás de cada texto hay otro texto”… Es curioso, piensas. Ya no sabes de dónde salen esas citas o esas teorías. Después de un tiempo dando clase, leyendo y escribiendo, acabas confundiendo las fuentes; las cosas que creías de los demás en el fondo son tuyas y al revés. Realmente, no hay originalidad. Todo nuestro conocimiento está construido desde el afuera. Lo único que hacemos es asumirlo, apropiárnoslo. Explicas la obra de Sherrie Levine y, mientras lo haces, descubres que conoces más cosas sobre ella de lo que pensabas. Es algo que a veces ocurre cuando explicas cosas. Que improvisas y descubres cosas que no sabías que sabías. Muchas veces las clases son laboratorios interpretativos o de pensamiento. Es una manera de pensar en voz alta.


MIÉRCOLES 19
Viajar.
Después de clase sales para Madrid en tu coche. Te acompañan L. y M. El viaje se hace corto. Conducir es agradable en buena compañía. Al llegar a Madrid, eso sí, te entran los nervios. Te agobias en las rotondas y el tráfico te supera. Después de dar varias vueltas consigues dejar el coche en un aparcamiento.

Cenáis en el restaurante de moda. L. reservó hace algún tiempo porque ahora es imposible. Es caro, pero merece la pena. Habláis de literatura. Después, os tomáis unos dry martinis en el Cock. Allí está hoy todo el mundo del arte. Galeristas, artistas, coleccionistas, críticos… Cada vez que vas al Cock te acuerdas de JLB. Él te llevó la primera vez. Y siempre que regresas ahí algo de su memoria parece que vuelve; sus conversaciones, su inteligencia, su ironía… Miras a tu alrededor y te das cuenta de que el arte español sigue echando en falta a intelectuales como él.

En la casa que habéis alquilado hay dos camas y sois tres. A alguien le toca dormir acompañado. Duermes con M. Sois adultos, por mucho que “un hombre sea siempre un hombre en la cama”.

JUEVES 20
Enamorado
Te levantas con algo de dolor de cuello. Enseguida se te pasa. El día va a ser largo. Por la mañana, Arco. Pasa lo de siempre: apenas puedes ver nada. Te vas a encontrando a gente por los pasillos y no puedes dejar de saludar. Te acuerdas de la expresión de Fernando Castro: el “abracismo”. Es verdad: adviertes que has visto y reconocido a más personas que obras de arte. Hoy es día de eso. Volverás el sábado y verás las cosas con más detenimiento. De todos modos, cada vez te interesa menos la idea de la feria. Vienes para hacerte una idea de lo que hay, para encontrar algún artista que trabaja sobre los temas que te interesan y poco más. Qué lejos quedan aquellas ediciones de Arco en las que tenías que estar todos los días de la feria, desde el principio hasta el final. Ahora vienes como visitante. Y en el fondo, lo que haces es dedicarte a pasear por la feria como un flâneur, liberado de cualquier obligación.

A media tarde regresas a la ciudad para cambiarte y coger los textos que vas a recitar en el café Libertad 8. Estás nervioso. Es tu segundo recital. Después de lo bien que salió el de Murcia tienes miedo de que este, por la razón que sea, no acabe como esperas. Pero en cuanto te pones delante del micrófono y comienzas a leer, el miedo desaparece. Te emocionas mientras lees fragmentos de Cuaderno […] duelo, y al final, vuelves a leer un texto en un cuerpo. De nuevo, el cuerpo de M., como en Murcia. Esta vez el texto ya está escrito sobre la piel. Tú sólo tienes que leerlo. Y una vez más se produce un momento bello y cargado de intensidad. La piel vibra, está erizada, el texto late, arde; tu vello también se eriza, aunque nadie lo note. Incluso más que la primera vez, palabra, cuerpo y texto son la misma cosa.

Al acabar el acto, te quedas rodeado de amigos escritores y la noche se alarga. Hablas con E. sobre su novela, con V. sobre la tuya, con J. sobre mil cosas. Estás feliz porque L. ha encontrado agente para su novela y porque M. está descubriendo estos momentos.

Es curioso, hoy has sentido que habitas dos mundos, el del arte y el de la literatura. El primero es el que da de comer, es tu trabajo, que intentas hacer siempre lo mejor que puedes. El segundo es tu pasión, aunque difícilmente podrás algún día vivir de eso. Sin embargo es ahí donde quisieras estar.

Cuando después de varios gin-tonics llegas a la casa y te metes en la cama con M., lo constatas: estás enamorado. Muy enamorado. Absolutamente entregado. A la literatura. La amas con toda la fuerza que puede amar un cuerpo. Cierras los ojos. Piensas en lo que escribirás o leerás mañana. Eres feliz.

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