Ir al contenido principal

He muerto y he sentido pena por mí

Esta noche he soñado que he muerto y ahora siento mucha pena por mí. He soñado a veces que mueren los otros, y lloro, y sufro, y me despierto con lágrimas en los ojos  También he soñado que voy a morir, que todo se va a acabar de un momento a otro, pero siempre, antes de que eso suceda, me despierto sobresaltado y con el corazón acelerado.

Morir en un sueño es despertarse. Pero esta noche ha sido diferente. Esta noche he sentido morir. Me diagnosticaban una enfermedad extraña y me daban siete minutos de vida. Siete minutos que han durado casi una eternidad. Una vida, prácticamente. Una eternidad en la que poco a poco me he ido haciendo consciente de que todo estaba a punto de finalizar. Me he despedido de los míos. He hecho las paces con Dios. He vuelto a rezar después de muchos años en mi vida. Y me he preparado para morir. En paz, aceptándolo de buen grado.

Después, he muerto. He sentido que todo se apagaba, poco a poco, que ya no me podía mover, que ya no podía ver y que ya no podía sentir. Me he convertido en piedra, o en algo semejante. Sin conciencia del cuerpo, sin conciencia de nada, aunque sabía que era una piedra. O, más bien, un cadáver. Sabía que estaba muerto, que ya no era nada, pero no he desaparecido del todo. Y pasado algún tiempo, he resucitado. Me he sentido volver a la vida. He comenzado a poder moverme y he recuperado la vista. Entonces me he levantado y me he abrazado con mi madre. Ella me ha dicho "Menos mal, creíamos todos que ibas a morir". Después mi padre ha ido a por tabaco aprovechando que mi madre iba a comprar a la tienda. Y yo he salido a jugar un momento al patio y a hablar con el Pepe de la Julia, que no lo veía desde que murió. Todos estaban contentos. Yo también. Al menos mientras creía que había resucitado.

Por la mañana, me he despertado tranquilo, como si nada hubiera pasado. Pero enseguida he comenzado a sentir mucha pena. He sentido pena por mí. Por primera vez en toda mi vida. Ahora algo parece haber cambiado, aunque no sé muy bien qué. Solo sé que me duele el pecho, y creo que he muerto de verdad. Y, sobre todo, no puedo parar llorar.

Comentarios

Publicar un comentario