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Materializando el pasado

Muchas veces –por lo general– escribe uno un texto y pasan siglos hasta que lo ve publicado. Si el texto en cuestión es un libro, la cosa se dilata y cuando viene a editarse ni siquiera se reconoce como hijo propio. Pero también hay veces –mucho más escasas– en las que ocurre todo lo contrario: el editor está a la espera de que llegue el manuscrito acabado para maquetarlo, corregirlo y rápidamente meterlo a la imprenta. Eso es lo que está sucediendo en estos momentos. Un editor está sufriendo porque yo no hago sino retrasar una y otra vez el libro que espera. Es un texto pequeño, casi diminuto, pero aun así no encuentro la manera de acabarlo.

Recorto, pego, cambio, borro, re-escribo, me meto en un jardín a coger una simple flor y acabo arando el campo el entero. Así llevo algún tiempo. Y la portada ya está diseñada, el libro se ha anunciado (el primero de la editorial Micromegas) y yo todavía sigo girando una y otra vez sobre él.

Hoy, sin ir más lejos tenía la mesa del despacho que parecía una instalación conceptual, o un accidente –una de las dos cosas–, hasta arriba de libros que casi acaban sepultándome. He comenzado abriendo uno para confrontar una nota al pie de página y así es como ha acabado todo:



Historia, memoria, pasado, política, Benjamin, Lacapra, Traverso, Didi-Huberman, Warburg, Ankersmit, artistas historiadores, obsolescencia, archivo, imagen, narración, representación, escritura... en fin, esas cosas que me harán pasar la Semana Santa bien atado a la mesa de trabajo. Y todo, para acabar añadiendo tres o cuatro párrafos a cosas que ya tenía escritas.


Comentarios

  1. Realmente Impresionante, a servidor le gustaria algún dia poder leerse todo eso y que se retuviera en la memoria lo principal, con visión crítica y con expectativas a un futuro ensayo.

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