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La pregunta infinita

Como intuía en el post anterior, la conferencia de hoy era peligrosa, aunque al final la cosa no ha sido tanto por el aburrimiento –que también habrá habido algo de eso– sino por la "polémica" de las propuestas. A mi buen amigo Fernando Castro, el organizador del evento, la cosa le ha parecido demencial. Mientras ponía a caldo la intervención, más de uno en la sala hacía gestos como diciendo "dale fuerte que se le merece, por insensato". Y es que parece que plantear una ética del comisario a través de las propuestas de Simon Critchley sobre la ética del compromiso no ha sentado demasiado bien. De algún modo, mientras escribía el texto, intuía yo que la cosa iba a traer cola, que lo que planteaba era una paja mental importante. Aunque no imaginaba que tanto. Luego, he intentado responder, aunque defenderse ante Fernando siempre es difícil, por no decir imposible. Aun así, creo que la respuesta ha aclarado las cosas, y a pesar de que no lo he convencido, he podido salir medio airoso del asunto. Desde el público, también alguien me ha echado un capote y la sensación no ha sido tan trágica como parecía en un principio. Nunca se conferencia a gusto de todos. Y mejor es a veces estas reacciones radicales que la pura indiferencia.

Lo que está claro es que hablar de ética es siempre un problema. Hoy me acusaban de laxo y casi utópico y, sobre todo, de no creerme lo que decía. Argumentaba que el comisario debía responder a un triple demanda ética (la de la obra, la del público y la de la institución) y articularla contextualmente. El problema parecía ser que todo quedaba en abstracto y que, al final, lo que proponía eran cosas que nadie podría hacer.

Ya publicaré el texto con detenimiento, pero el caso es que, como digo, hablar de ética siempre es un problema. Porque la salida de las preguntas siempre es difícil. Y uno tiene dos riesgos: o parecer ñoño o parecer fascista. Si se dice lo que "se debe" hacer, uno puede caer en creerse en posesión de la verdad y en ser autoritario. Si se apuntan vías de salida de compromiso, como he hecho yo hoy, el peligro es quedar como utópico. Es siempre la pregunta infinita. Y es también siempre la respuesta imposible.

Comentarios

  1. El tema resulta interesante. Y hasta valiente hoy día hacer una ponencia sobre ética, no sé lo que habrás dicho pero en todo caso sería interesante. Estos tiempos son cínicos, cuando alguien va a hablarnos de ética sacamos inmediatamente los cuchillos, las espadas, aunque sean tirachinas sacamos... no queremos lecciones y, además, podemos hundir al orador en sus propias incoherencias vitales para defender nuestro honorable cinismo.

    Si me permite el doctor diré algo sobre su oratoria...Tu discurso es muy bueno, el problema es que sueles hacerlo girar muchas veces sobre un mismo punto sin descanso, no sé si buscando las frases más adecuadas o qué. El caso es que es preferible ser conciso y no volver sobre lo mismo una y ota vez porque eso le resta mucho a lo expuesto, da la impresión de que tú mismo ni te crees lo que estás diciendo... pero admito que sintetizar es tan difícil!!, es más cuestión de tiempo que de técnica.

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  2. ...vaya me hubiese encantado, precisamente estoy leyendo estos dias un libro estupendo de Fermando Castro Flores de hace ya unos años y casualmente iba a ir a Madrid esta semana pero lo he tenido que retrasar qué pena, bueno si haceis la conferencia por aquí (Murcia) intentaré no perdérmela, estará muy bien...a ver estoy de acuerdo con Eudora pero yo sí encuentro interesante cuando repites o incides en alguna idea,al menos en los textos que he leído pero es cierto lo que comenta de la ética...saludos y buen verano. Marta

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  3. mi querido amigo, no sufras tanto porque la conferencia fue estupenda y, como dices, vale más algo que suscita discusión que generar apatía. Tengo la maldita manía (casi en el sentido platónico) de tomarme en serio lo que escucho y, sobre todo, cuando admiro al que habla. Eres, no exagero, uno de los intelectuales más brillantes de tu generación y, por tanto, siempre tengo en la punta de la boca tu nombre cuando organizo algo. Tu intervención, el último día del curso, fue decisiva. No es de coña como el soneto de Lope que te cité. Es la pura verdad: tus singulares y, para mí, desconcertantes consideraciones sobre la ética del comisario en la perspectiva de la "demanda infinita" estaban en el límite de la finitud que yo deseo. No podía desear, por ninguna razón, que la cosa se postergara. Lo tienes que entender. Te agradezco que tengas el buen humor de siempre y que no te sintieras atacado. Lo que más me importa es conservar (la tarea del conservador) la amistad que es, como dijera Aristóteles, un bien (el bien, en la Ética Nicómaco)escaso.

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  4. Querido Fernando, muchas gracias por tus palabras. La verdad es que ayer estuvo bien el debate. Yo, conforme comenzabas a hablar, no sabía cómo iba a salir de tal aprieto. Me entró, literalmente, un apretón. Al final, se mantuvo la cosa y creo que quedó una discusión más que interesante que habría dado para mucho. Por supuesto, siempre estoy encantado de acudir a todo lo que haces. Sabes bien en el pedestal que te tengo. Y lo que todo lo que tengo que agradecerte.

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