Columna SalonKritik: Visualizar la revolución

A estas alturas de la película, no voy a descubrir a nadie la potencia política del movimiento 15M y todo lo que de éste se deriva. En la historia de la democracia española, es quizá el único movimiento que ha sido capaz de hablar de tú a tú a los aparatos institucionales del Estado sin la necesidad de formalizarse o constituirse a través de los canales establecidos para ello (partidos políticos, sindicatos, asociaciones…). Sin forma clara y sin líderes reconocibles, a través de la red y de un sistema de organización horizontal, el movimiento cuestiona y hace repensar el modo en el que se construye la democracia. Y, por supuesto, propone vías de salida a un sistema perverso y absolutamente alejado de la participación ciudadana.

En estos días se ha reflexionado mucho acerca de las reivindicaciones concretas, de las propuestas y de los modos de acción política del 15M. Así que no voy a entrar en ello. Me faltan herramientas de análisis y, sobre todo, son numerosos los intelectuales competentes que se que se han adentrado en estas cuestiones con bastante mayor diligencia de lo que yo podría hacer aquí a destiempo.

Como ciudadano, claro está, tengo mi visión del asunto. Y me fascina el despertar de la conciencia política que está teniendo lugar en gran parte de la ciudadanía, que parece haber comenzado a salir de un letargo que parecía infinito. Pero ahora me gustaría reflexionar sobre lo que el movimiento supone para el ámbito de la cultura visual –entendiendo, por supuesto, que la focalización en la visualidad del movimiento está siempre vinculada con su potencia política.

El modo en el que el movimiento ha visualizado y creado una “imagen social” para una situación de desigualdad en el “reparto de lo sensible”, articulando una serie de demandas comunes clave lo convierte en un caso de análisis paradigmático y ejemplar para los estudios de cultura visual, sobre todo si estos se entienden según la clásica definición de W.J.T. Mitchell, de acuerdo con la cual los estudios visuales no sólo se encargan de la construcción social de lo visual sino también de la construcción visual de lo social. En este sentido, las acampadas, las protestas, las pancartas, las imágenes, los modos de organización y articulación del movimiento… son la forma visible –forma amorfa– de ideas, situaciones y relaciones de poder que emplazan concepciones del mundo, deseos, sueños, miedos, modelos, identificaciones, proyecciones… es decir, lo que habitualmente hemos venido llamando ideología.

[Seguir leyendo el artículo en Salonkritik]

Comentarios

  1. ..Ups
    ..Pues sí que sorprendido por lo que normalmente es un pensamiento muy lúcido y con el que coincido constantemente.
    ..Me sorprenden un par de las aseveraciones que haces, las que dan forma al final del texto; sobre todo porque me parecen de una índole muy básica y que a mi juicio si difieren sustancialmente de la postura que identifico constantemente en tu discurso.
    ..Creo que dejar a los productores (por usar la ingeniería Bourriaud) en el lugar del betún, en la esterilidad o en el discurso vacío, es muy poco justo y en realidad muy ligero. Está de más citar aquí la cantidad de recursos culturales identificados en esos trabajos, por parte de los estudios serios sobre arte, de por lo menos los últimos 10 o 15 años. ¿Para qué? Ambos los hemos leído de sobra.
    Pensar en que la relevancia de un proyecto-arte tiene que ver con el impacto evidente, inmediato, nítido en la realidad social, me parece la verdad un poco ingenuo. Es gratuito, incluso un poco ocioso el juego comparativo que se plantea. Creo que lo más justo tanto para los M15´s como para las diversas maneras de producción cultural ejecutadas por Tiravanija, Hirschhorn u Orozco -que Bourriaud encadeno simplistamente en su término relacional- es reconocer, cosa que has hecho muchas veces, que son parte de una estructura pluriforme, traslapada y compleja que da forma a la realidad social y en la que las batallas perdidas o ganadas (y los balances del tipo mayor-que, menor-que) aparecen como métodos comparativos poco útiles y propios del darwinismo. No hay necesidad alguna de montar un sistema de valor piramidal en que tan distintas esferas debieran acomodarse y quedar una encima de las otras.
    ...La realidad es -ha sido siempre- mucho más potente que la más potente de las propuestas artísticas. ¿Por qué pedirle, exigirle, asignarle a los proyectos de arte la responsabilidad de aquello que no hemos sido capaces de resolver en lo real? El arte lo sabemos desde siempre Miguel, no es más que uno de los tantos recursos con los cuales lidiar emergentemente con la realidad, uno de los guantes Lacanianos que diseñamos para tocar un poco el complejo panorama que nos tocó habitar.
    ..Un fraternal abrazo.

    ResponderEliminar
  2. Paseando entre las estanterías repletas de libros de la biblioteca, como un distraído flâneur por las calles, tropiezo con un libro tuyo, La so(m)bra de lo real.El arte como vomitorio. Genial. Hace tiempo que quería leerlo. Al menos el primer capítulo me ha gustado bastante. Ya estás en las bibliotecas,¿no te hace ilu?...

    (...Ninguna)

    ResponderEliminar
  3. Estimado Alfa, reconozco que se me fue la mano un poco con los artistas con eso de "a la altura del betún". Por supuesto que creo en el potencial del arte y en la relevancia del trabajo con los imaginarios y la representación. Pero creo que lo que muestra el 15M es que ese trabajo, que tiene precedentes en experiencias artísticas [aunque no proviene de ellas –y eso lo dejo abierto al final porque no lo tengo claro en qué medida tiene lugar la "afección"], digo, que ese trabajo artístico es absolutamente sobrepasado por la experiencia real.

    Lo que quiero decir es que ahora cuando tenga que explicar el significado verdadero de "estética relacional" a mis alumnos, me será mucho más fácil decirles, "esto es como lo que habéis vivido en las asambleas", que "esto es lo que vemos en Hirschhorn". Y, desde luego, ellos entenderán mejor lo que quiero decir de este modo. A eso me refiero cuando digo que el arte se queda a la altura del betún. Pero lo hace sólo en la medida en la que quiere seguir siendo arte. Y los artistas del canon relacional quieren seguir siendo artistas. No son productores de imaginario, que diluyen su práctica en el ámbito de la representación y la cultura visual, sino que creadores de mercancías singulares o experiencias institucionalizadas que son, por supuesto, tremendamente interesantes a muchos niveles (a mí me resultan fascinantes), pero que no llegan, ni de lejos, a la potencia política de los acontencimientos "reales" (con todas las comillas que hay que poner aquí).

    ResponderEliminar
  4. Y estimado anónimo. Pues la verdad es que sí me hace ilu. No que sólo que el libro esté en la biblioteca sino sobre todo que te animes a leerlo y que encima no te decepcione demasiado. Ya me contarás qué tal.

    ResponderEliminar
  5. No creo que se deba subestimar lo del 15 M , pero tampoco creo que se deba sobrestimar... La televisión, los medios de comunicación y las sesudas reflexiones de los hombres y mujeres académicos pueden crear una realidad que aparentemente hace historia pero que, a la hora de la verdad, afecta a muy pocos... Así de curioso es Matrix. Lo de España, además, es obvio que tiene mucho de experimento, esto es una partitura que ya estaba escrita.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Mis libros favoritos de 2023

La mirada anacronista

La extimidad del abismo