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Pornografía y ficción

Acabo de ver A Serbian Film, la polémica película por la que el director del Festival de Sitges ha sido imputado por exhibición de pornografía infantil. Lo confieso, se me ha quedado un mal cuerpo que no puedo con él. La escena de la violación al recién nacido es desagradable a más no poder. Y hay otras muchas que no le van a la zaga y han conseguido revolverme el estómago. La película es un disparate, una obra repulsiva y terrible, pero, desde luego, de ahí a ser catalogada de pornografía infantil va un largo trecho. Es una película gore, no una snuff. Es decir, es ficción, no verdad. Es tremendamente desagradable, pero no deja de ser una película. Una obra que, además, se muestra en un contexto propicio para este tipo de filmes, el Festival de Sitges. Nadie está obligada a verla. No es pornografía: no se distribuye como tal, no se muestra como tal, no se produce como tal. Nadie es violado, ni violentado. Es tan sólo una historia. Otra cosa, claro está, es la utilización que cada uno pueda dar a las imágenes. Pero ante eso poco se puede hacer.

Cualquier imagen es susceptible de ser usada como pornografía, desde una foto de comunión hasta un vídeo de familia. Son los peligros que tiene lo visual. Pero la prohibición de ciertas imágenes –sobre todo cuando éstas circulan en ámbitos no aptos para todos los públicos– nos lleva peligrosamente hacia un talibanismo visual cercano a la iconosclastia, algo ciertamente peligroso. Y hablando de peligros, mucho más pernicioso –y, desde luego, más pornográfico– es lo que se ve todos los días y a todas horas en televisión bajo la forma de la telerrealidad. Eso sí que habría que mirarlo con cuidado.

[Publicado en La Razón, 11-03-11]

Comentarios

  1. He oído hablar de ella en la radio y, a medida que el locutor contaba más detalles, se me iban revolviendo las tripas.
    Según explicó, hasta podría ser considerado, supuestamente, motivo de delito.
    Creo que la creación artística debe tener algún límite, de lo contrario sería justificación de las aberraciones de cualquier sujeto.
    Por cierto, ¿qué mente enferma necesita contar historias así?
    Mejor no, no quiero saberlo.

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  2. Mientras se trate de ficción, el límite lo tendrán que poner el autor o los espectadores. Está claro que el autor no se lo ha puesto. Los espectadores, ya veremos; de momento lo único que estamos consiguiendo es un efecto llamada en absoluto desdeñable. En cualquier caso, el camino de la censura es muy peligroso. Mejor no empezar a transitarlo, porque es fácil saber dónde empieza, pero no siempre está claro dónde puede terminar.

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  3. El poder de las palabras,
    las convenciones,
    ha conseguido que nos sometamos
    de buen grado a sus dictados,
    tiranía con apariencia de libertad.
    El poder transformativo de la imagen
    trasciende el discurso educativo
    y el consejo
    y se aloja
    en la construcción social.
    Cuando aparto los cuchillos
    de las manos de mis hijos
    no dudo de su buen corazón.
    Cuando apartas el horror
    de la opción influenciable
    no se llama censura.
    Si nuestro perro, en cambio,
    hace caca en la calle
    no nos asombraremos
    -luego-
    de vivir rodeados de mierda.

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  4. los peligros de lo visual se nos escapan,
    por otra parte es muy hipocrita censurar esta película cuando en internet sin ningún tipo de control se puede acceder a todo tipo de manterial pornografico sin enseñar ni un DNI ni nada en absoluto,
    yo solo vi el trailer y ya tuve suficiente para decidir que no quería verla. Ante todo creo que la medida de la censura no se puede aplicar a la ligera

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  5. "Talibanismo visual": Grandioso!!!
    Estoy absolutamente de acuerdo contigo. Si nos ponemos, todos es susceptible de ser "pornografiado". Una película es eso, una historia, un relato, una ficción, una invención, una representación de la realidad, una adulteración, una perversión o una magnificación de la realidad. Cada uno es libre de interpretar y reinterpretar la realidad como le plazca, ya de cada uno depende querer afrontar o no determinados riesgos. ¿O es que no deja mal cuerpo "Saló" de Pasolini?

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  6. No la pienso ver, ni siquiera el trailer, sólo me podría aportar ira, ira contra el autor, contra la mente a la que se le ocurre trazar una historia así, por muy ficticia que sea.

    En otros tiempos hubiera defendido la liberta total de creación y expresión pero ahora voy dejando de creer en ella, el ser humano es capaz de llegar a límites espantosos en nombre de la libertad de expresión. Censura, sí, censura para la telebabsura, censura para los creadores de mentes extrañas, censura para los neoliberales de la economía, y hasta censura para los funcionarios que no pegan chapa cobrando del erario publico.

    Ya está bien.

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  7. La creación artística refleja la sociedad que tenemos: hay películas inteligentes, las hay agradables, divertidas, melancólicas...y también las hay repugnantes, tediosas, terroríficas y de las que te dan ganas de vomitar, como debe ser el caso. A mí lo que me molesta de este tipo de creación es que la realidad ya tiene partes lo suficientemente oscuras como para necesitar añadir más, aunque sean de ficción. Por otro lado, no sé quiénes están peor, los espectadores o los creadores.La ficción debería servir para la reflexión o el simple entretenimiento, pero del apto para todos los públicos.

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  8. Cada vez es más difícil la libre creación. Lo políticamente correcto y lo obscenamente mediático están consiguiendo niveles de censura hasta hace unos años impensables. Sinceramente, alguien se atrevería a publicar ahora, por ejemplo, "Las once mil vergas" de Apollinaire?

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