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Filtraciones ficcionales

En un reciente artículo sobre Wikileaks, se pregunta Umberto Eco por qué han hecho tanto daño las filtraciones de la web si es algo que ya se ha publicado de otra manera o que corre de boca en boca ya desde tiempo atrás. Y sostiene que el verdadero escándalo no está en la información en sí, sino en su repetición pública y, sobre todo, en la puesta en evidencia de los fallos de seguridad en el sistema de la diplomacia americana. Desde luego, esto es así en cierto modo (aunque no exactamente la cuestión de la publicación), pero sobre todo lo es en el primer punto de su argumentación: que lo que dicen los papeles de Wikileaks es algo que ya todos, más o menos, habíamos imaginado. Y esto es lo que me parece más curioso, porque algunas de las filtraciones (y no me refiero a las banales) son tremendamente graves. Perversiones extremas (tráfico, extorsión, chantaje, manipulación) que, sin embargo, no nos sorprenden en absoluto.

Parece ciertamente que estuviésemos curados de espanto, o que hubiésemos visto ya esa película. Y esta es la clave, que todo es demasiado peliculero. Se dijo del atentado de las torres gemelas que ya lo habíamos visto antes en la ficción y que eso atenuaba su impacto porque lo situaba dentro de una misma secuencia de imágenes que imponían sobre la realidad un imaginario ficcional. Las filtraciones de Wikileaks se encuentran también dentro de esa secuencia espectacular. Más que a la realidad, responden a un modelo fílmico. Es imposible pensar en todo lo que está sucediendo sin atender a nuestro imaginario construido por las películas de espías y de conspiraciones globales. Desde luego, parece claro que hoy es la realidad la que imita a la ficción.

[Publicado en La Razón, 17/12/10]

Comentarios

  1. Juan de Dios García19 de diciembre de 2010, 17:05

    ¿Y no estallará de verdad todo esto algún día? No sé, digo yo que la ficcionalidad creada desde la realidad por imitación de la ficción tendrá un límite.

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  2. Yo estoy pasando el ecuador de la trilogía americana de James Ellroy, y fíjate que he llegado a un punto en el que no sé si creerme a pies juntillas lo que está contando o seguir considerándolo ficción pura y dura. Habrá un poco de todo, digo yo, y no lo digo para tranquilizarme precisamente

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