Esto no es una lista de lo mejor del año. Porque para hacerla tendría que haberlo leído todo. Y soy consciente de mis límites y gustos como lector. A pesar de leer muchísimo (soy un vicioso del asunto), no me llega para dar cuenta de muchísimas cosas. No me he puesto a contar, pero creo que la cosa sobrepasa los cien libros. A un ritmo de dos o tres por semana salen entre 120 y 140. No llevo un registro. De todos modos, aunque lo llevara, este texto lo escribiría de memoria. Sobre todo porque me gusta pensar, al acabar el año, en los libros que más poso me han dejado, los que he seguido habitando un tiempo después de su lectura. Si me pidieran uno solo, por encima de todos los demás, creo que tendría que quedarme con Madre de corazón atómico , de Agustín Fernández Mallo (Seix Barral). Es el libro perfecto. El que más me ha marcado de todos los que ha escrito. Hasta el momento, mi preferido de su bibliografía era Limbo (Alfaguara) —tengo clavada en la memoria la histor...
Desgracia del ser humano, la memoria, el recuerdo. Que felices seriamos si después de sufrir el trauma de la pérdida, la agonía de la impotencia y la miseria de la incapacidad, tuviésemos la capacidad del punto y cierre, como el resto de los seres de este planeta.
ResponderEliminarEmilio
ay,
ResponderEliminarun beso m. à,
rm
Difícil escribir algo a partir de semejantes palabras.
ResponderEliminarTe dejo un pequeño silencio
y un fuerte abrazo.
No se puede decir mejor. Yo también viví una noche como aquella última no hace aún dos años.
ResponderEliminarLe leo a menudo y en silencio. Me emociona muchas veces. Esta es una de ellas.
Gracias a todos por las palabras. El tiempo no pasa en balde. Uno se hace más fuerte, más curtido. Pero hay siempre lugares por donde entra la memoria, y heridas que nunca sanan del todo.
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