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Mi amigo el suelo

Mi torpeza habitual y me falta de equilibrio volvieron anoche a aparecer. Al ponerme de pie tras tomar café con unos amigos, se me enganchó la pierna en la mesa y pegué un batacazo en el suelo de Padre y Señor mío. El estruendo de los ciento y pico kilos estrellándose contra el suelo fue tal que, en lugar de comenzar a reírse como Dios manda, la gente puso cara de seria preocupación. Yo fingí que no pasaba nada y me levanté rápidamente. Reí la gracia, hice tres bromas, y tan contentos. Pero, conforme avanzaba la noche, la cosa me iba doliendo más y más. Hoy apenas puedo apoyar la pierna en el suelo y veremos a ver cómo voy a la clase de esta tarde. En fin, no es la primera vez que me caigo o que tropiezo con las cosas. Los objetos son mis enemigos. El mundo es un territorio hostil. De hecho estoy pensando en poner dos ruedas en los laterales, como las bicis de los niños. Esa sería una manera de guardar el equilibrio. Quedaría feo, es cierto, pero sería más seguro. Seguro para mí y también para los que me rodean.

Comentarios

  1. Vaya, y yo que esperaba verte mañana sobre la cancha. Baja sensible para el equipo.

    En fin, yo he estado algo "tocado" porque el otro día, al salir de trabajar, fuí a cruzar la calle Jaime I, esquina con la Avenida de la Constitución. Al grito de "mi jefa" de "¡verde!", salí disparado para pasar la calle, sin percatarme que, al cruzar por un lado que no corresponde exactamente al paso de peatones, delante de mis piernas había barras de hierro, de las que sirven para que los coches no se suban a la acera. El golpe a la altura de la espinilla fue de órdago. Por suerte no me rompí nada.

    Al segundo se me había hecho un "huevo" considerable, y llegué a mi casa con una sensible cojera. Afortunadamente el hielo y los antinflamatorios han hecho efecto.

    Y me pregunto: ¿llevaba algo especial el café?. Bueno, en serio, ánimo

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  2. El Marqués de Chateaubriand decía que la vida le sentaba mal.
    A lo mejor a tí también, pero de otra manera.
    Hay que ponerle humor, sin duda.
    Un abrazo

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