Esto no es una lista de lo mejor del año. Porque para hacerla tendría que haberlo leído todo. Y soy consciente de mis límites y gustos como lector. A pesar de leer muchísimo (soy un vicioso del asunto), no me llega para dar cuenta de muchísimas cosas. No me he puesto a contar, pero creo que la cosa sobrepasa los cien libros. A un ritmo de dos o tres por semana salen entre 120 y 140. No llevo un registro. De todos modos, aunque lo llevara, este texto lo escribiría de memoria. Sobre todo porque me gusta pensar, al acabar el año, en los libros que más poso me han dejado, los que he seguido habitando un tiempo después de su lectura. Si me pidieran uno solo, por encima de todos los demás, creo que tendría que quedarme con Madre de corazón atómico , de Agustín Fernández Mallo (Seix Barral). Es el libro perfecto. El que más me ha marcado de todos los que ha escrito. Hasta el momento, mi preferido de su bibliografía era Limbo (Alfaguara) —tengo clavada en la memoria la histor...
Corto pero intenso..buen texto, se me han puesto los pelos de punta.
ResponderEliminarhasta la próxima!
La materia sigue estando allí, lo que ha desaparecido es "otra cosa", quizás la vida.
ResponderEliminarYo soy de los que piensa que la materialidad, también termiina por evaporarse, por fundirse y ser asimilada por la naturaleza. La vida..., bueno, yo también creo que algún sitio debe estar.
ResponderEliminarYa me explicarás como escribes en tu blog desde un iphone, porque yo me compré uno y no he podido. De hecho estoy bastante cansadín, que dirían en León y aledaños, del cacharrito, todavía no le encuentro su "gracia" al chismecito.
ResponderEliminarEl reciclaje del envase de nuestra alma, eso sí que es un dilema.
ResponderEliminarEn los últimos días yo tb he transitado últimas moradas, y cuando ves reducida tanta vida y belleza a unas siglas y una fecha, efímeras tb mientras llega el mármol encargado por la familia, si además sopla un viento frío, casi sientes interés por acomodarte aunque solo sea un rato en uno de esos huecos para infundir un poco de vida, momentáneamente, un poco de calor, a ese panal de cemento y olvido.