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A casa

Al fin en casa. Lo pinten como lo pinten, no hay nada como el hogar. Estar fuera más de una semana me pone nervioso. Necesito volver a mi rutina cuanto antes. Mañana por la mañana vuelvo al libro de Robert Morris y no salgo de ahí hasta el próximo 2 de septiembre, que parto hacia Shangai, también una semana y media. Ni pensarlo quiero. 

Comentarios

  1. Hoy cuenta la agencia Reuters que en la región de Calabría 60 tortugas marinas despistadas y recién nacidas en vez irse a su casa, al mar se plantaron en un restaurante italiano tipo chiringuito. Dicen los que saben de estas cosas que fueron las luces las que las confundieron, pero yo creo que el olor pizzero es más adictivo y atrayente que la cocaina. En todo caso uno, en vez de estar donde debiera, normalmente acaba en otro sitio en plan ET señalando lejanías con el dedo y diciendo lo de "mi casa".
    Este verano en una librería extrañísima de Ljubljana la capital de Eslovenia encontré (y compré)un librito verde "El archivo ecotómico de la modernidad: pequeños pasos para una cartografía de la visión" de un tal Miguel A. Hernández-Navarro y pensé que aunque estemos en el sexto pino nunca nos alejamos de casa.

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