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Reyes Magos

Miro a mi alrededor y, por un momento, observo que todo se ha cumplido, que mi vida ha tenido sentido. Es un segundo, quizá menos, que se esfuma enseguida. Entonces pienso: ya está todo. Fin de partida. Y deseo no desear nada. Pero al momento comienzo a notar que algo falta. No está todo. No sé qué es lo que falta, pero está claro que no está todo. Cierro entonces los ojos y escribo sin mirar: queridos Reyes Magos, deseo con todas mis fuerzas borrar de mí la interminable náusea del deseo.

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Comentarios

  1. Hijo, perdona, pero si le pides eso a los Reyes... sería como cavarte tu propia tumba. Espero que sólo sea vicio intelectual, porque el que de verdad ha dejado de desear, es que ha sido asesinado.

    www.lacoctelera.com/blog-magog
    El k-osmonauta del azulejo

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  2. Cuando era chico mi prima apoyó su cabeza en mi hombro y señaló al cielo. Esas tres estrellas juntas son los reyes magos, dijo, están bajando a traernos los regalos. A medida que pasaban los días los reyes parecían acercarse al horizonte, de un momento a otro desmontarían, no sin cansancio, y en algunos días se presentarían en mi patio. La noche de reyes me trajeron turrones, caramelos y algunas "sorpresitas" de cotillón. Los Reyes siempre fueron pobres, y en mi barrio visitaban pocas casas; creí escucharlos murmurar atrás de la puerta ventana, tuve miedo, sin embargo veía al mundo como un lugar perfectamente habitable.

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  3. Hemos tenido el mismo deseo, Mahn. Dejar de desear es asesinar, sí, la esclavitud del ser a lo que no es él mismo. El desarrollo es connatural, el deseo, no tanto. Desear la felicidad es situarse lejos de ella. Somos seres deseantes, por ello infelices, atados a ese deseo, nunca satisfechos, pues una vez cumplido, el deseo persiste y quiere más, aún más, siempre más.

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