El descrédito de lo visible

Martin Jay, Ojos abatidos. La denigración de la visión en el pensamiento francés del siglo XX. 
Madrid, Akal, 2008.

Hay ocasiones en las que a uno se le nota demasiado la excitación al escribir sobre un libro. Quizá ésta sea una de ellas. Cuando el otro día encontré sobre la mesa de novedades ‘Ojos abatidos’, se me saltaron las lágrimas y sentí que algo me punzaba en la nuca. He leído y releído este libro hasta la saciedad durante años. Y encontrar ahora la traducción española ha sido un motivo de gozo intelectual difícil de igualar. Si hay libros que marcan época, ‘Ojos abatidos’ es, sin duda, uno de ellos. Desde su publicación en inglés en 1993, el texto se ha convertido en una de las referencias esenciales dentro del ámbito de la cultura visual y la reflexión sobre la mirada.

En cierto modo, ‘Ojos abatidos’ introduce un cambio de paradigma en la reflexión sobre la visión, aunque la tesis del libro es bien sencilla, y tampoco llega a ser del todo novedosa. Sin embargo, sí que es la primera vez que se presenta de un modo tan sistemático, claro y ordenado, sintetizando hallazgos e intuiciones anteriores, una cartografía exhaustiva de la evolución de la visión moderna. Según Jay, a lo largo del siglo XX, especialmente en Francia, tiene lugar en la filosofía un profundo cuestionamiento de la vista como sentido privilegiado de la Modernidad. Como ya puso de manifiesto a mediados de siglo Hans Blumenberg, desde Platón, la epistemología de la filosofía occidental ha sido esencialmente lumínica: la luz se ha constituido en metáfora de la verdad, y el ojo, en el elemento que ha dado acceso a dicha luz. Esta tradición ocularcéntrica, y esta es la tesis de Jay, comienza a venirse abajo progresivamente desde finales del siglo XVIII con el pensamiento romántico, aunque siga perpetuándose, por otro lado, en la racionalidad kantiana. Pero será sin duda en el siglo XX, y particularmente en el contexto francés, donde con más fuerza se muestre la hostilidad a la primacía de lo visual. Una hostilidad que ha tomado un gran número de formas diferentes entre las que destacarían, por mencionar sólo unos ejemplos, la espacialización del tiempo de Bergson, la evocación del sol cegador en Bataille, la denigración del ego visual en Lacan, la crítica a la vigilancia del panóptico de Foucault, el ataque de Debord a la sociedad del espectáculo, la indignación de Irigaray ante el privilegio de lo visual en la sociedad patriarcal o la defensa de otros sentidos como el tacto o el oído llevada a cabo por Nancy o Derrida. Se produce una especie de desconfianza o sospecha de la visión como herramienta de conocimiento del mundo. Los ojos ya no nos sirven para entender la complejidad de lo que nos rodea.

Con este libro, Martin Jay, conocido por sus estudios sobre la Escuela de Frankfurt, especialmente sobre Adorno, dio el pistoletazo de salida a un gran número de estudios sobre la visión moderna. Estudios que están a medio camino entre la filosofía y la historia del arte, en el territorio de lo que se han llamado los ‘estudios visuales’, una nueva disciplina que, por encima de cualquier metodología, entiende la visualidad como un objeto de estudio que sirve para estudiar formaciones históricas y socioculturales, pues, como bien ha señalado W.T.J. Mitchell, otro de los popes de los estudios visuales, esta disciplina atiende ‘no sólo a la construcción social de lo visual, sino también a la construcción visual de lo social’.

‘Ojos abatidos’ es con toda seguridad uno de los últimos grandes libros del siglo. Sus casi quinientas páginas repletas de ideas y referencias bibliográficas lo convierten en un volumen realmente indispensable, un trabajo de erudición increíble, totémico, un monumento a la sabiduría, escrito con un rigor y una pericia envidiable, pero sobre todo con una claridad difícil de alcanzar. En la contraportada, Rosalind Krauss, la insigne crítica de ‘October’, observa que la publicación de este libro ‘es un acontecimiento intelectual’. Después de quince años, podríamos afirmar ahora que la traducción del texto de Jay es también un gran acontecimiento, en este caso para la lengua castellana. Un libro que, a buen seguro, cambiará el rumbo de muchos de los futuros estudios sobre la visión en nuestro país. Es cierto que quince años son muchos, quizá demasiados; un retraso imperdonable para el mercado editorial español. Pero, como dice el refrán, nunca es tarde si la dicha es buena.

[Publicado en El faro de las letras, 25/01/07]

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