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Adieu a la France. Toca hacer las maletas. Y como me temía, tenemos un serio problema. No hay manera de moverlas. He dividido los libros en tres macutos, aparte de los que entran en las maletas. Pero sigo sin tener claro cómo los vamos a mover de aquí. La verdad es que, siguiendo con la tónica filo-árabe del viaje, lo propio sería alquilar un Renault 12, subir las maletas a la baca, atarlas con un cordel negro de esos que se deshilachan y emprendar camino a Algeciras. Seguro que llegaríamos a algún lado. Y, como están las cosas, ya veremos si no es mejor opción que intentar subir la carga al avión y arriesgarme a que me detengan por tráfico bibliográfico. Ya os contaré.

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