Pasaba las noches en vela rezando frente a aquella tumba solitaria. Al salir el sol, volvía a meterse en ella. Le costaba horrores volver a acomodar su cuerpo al ataúd.
Cada vez menos, afortunadamente.
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Cada vez menos, afortunadamente.
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Cuaderno de bitácora de Miguel Ángel Hernández. Reflexiones apresuradas sobre arte, literatura y cultura visual.
Que tío(o tía) tan raro, es el máximo del narcisismo, se pasa la noche frente a su tumba rezándose así mismo, para acostarse cuando los demás nos levantamos y encima se queja de la falta flex en el ataúd.
ResponderEliminarLo suyo es grave, dos veces al Rincón de Pepe, un par de visitas a los puticlub, tres cuatro subidas a las estrellas, un premio de la ONCE y de seguro que no pasa una noche más en el cementerio
COMO ROCA, RIO.
ResponderEliminarDe composición míneral, endurecido por altas presiones, moldeada por el ir y venir de corrientes.
Con el tiempo podrá multiplicarse en guijarrillos que seran mas fáciles de incluir en las corrientes, o podria quedar inmóvil a ellas.
De cualquier manera, siempre ocupará espacio y su composicion nunca variará.
Me gusta ser roca.
De lo(s) demás, río.
A.N.G
Bien. Pero creo que, cinco meses después, Efectos secundarios elevó esta misma idea a otro nivel.
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