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Clavelitos

Aprovecho la wifi del vecino para escribir en el blog. Me había venido pertrechado con varios libros para acabar el eterno texto de estética migratoria. Me falta la última parte. Y es la que me disponía a acabar. Pero, de nuevo, constato que trabajar en el hospital es muy difícil. Esta noche no son los pies del búlgaro los que cantan, sino una señora de ochenta y ocho años con alzheimer que lleva desde las once rememorando melodías de su infancia. Ahora mismo, mientras escribo esto, la emisora se encuentra posicionada en radio tuna, al son de clavelitos de mi corazón. La cosa tiene gracia, sobre todo porque la chica boliviana la acompaña en sentido "levinasiano" de estar-con, pero también en el musical (tocar-las-narices-con). Y ahora, emocionada, le está haciendo los coros. No te creas que ya no te quiero, es que no te los pude traer. Chin pón.
A la una de la madrugada.

Comentarios

  1. Jajajajaja, no te puedes ni imaginar cómo me estoy descojonando literalmente con esto que has contado. Buenísimo.

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