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Diálogos entrecortados.

–Oye, ¿qué te pasa, qué ya no te pasas por aquí?
–Ay, lo siento, llevo unos meses...
–Sí, lo sé, pero eso no es excusa. Tienes esto que se cae por todos los lados. ¡Actualízalo, hombre!
–Ya. No tengo remedio.
–No lo tienes. También te cuesta poco. Con que linkearas los post de tu nuevo diario te valía.
–Si el caso es que lo había pensado. Incluso dejé escrito que iba a hacerlo.
–Coño, pues hazlo. Lo que no puede ser es que te comprometas y luego pases de todo. Como seas así con todo en la vida...
–No me hagas sentir culpable, que harto cargo tengo ya yo.
–Tampoco será para tanto.
–Bueno, cada uno tiene lo suyo.
–Ya, pero lo tuyo me lo sé yo de antes, no te hagas la víctima, que eres un puto quejica.
–Oye, sin insultar, que para un día que te dejo hablar no te consiento que me levantes la voz.
–No te la levanto. Además, yo no te insulto. Eres tú, que interpretas mis frases como te da la gana.
–Hombre, no me irás a decir que "puto quejica" no es un insulto.
–Oye, sin insultar, que para un día que te dejo hablar no te consiento que me levantes la voz.
–Pero ¿qué dices ahora? ¿Estás loco?
–Es que me desincronizo. Es sólo un bucle.
–Es sólo un bucle.
–Es sólo un bucle.
–Es sólo un bucle.
–Venga, tómate la pastilla y deja de entretener al personal.
–Venga, tómate la pastilla y deja de entretener al personal.
–...
–...
–Pastilla tomada. Vuelve la tranquilidad.
–A mí también.
–Perdona, ¿eh? No era mi intención ofender.
–Perdonado. Si es que yo tampoco sé ya quién soy.
–¿Y qué hacemos con esto ahora? ¿Se borra?
–No, déjalo, que vean que a veces se te va de las manos.
–Se nos va.
–Eso, se nos va.
–¿Lo dejo, entonces?
–Sí, sí.
–Pero... ¿así? ¿con todos los bucles?
–Con todos. Que se enteren bien de lo que somos.
–Es verdad. Que se enteren. Por cierto, ¿y qué somos?
–Dioses, ya te lo he dicho.
–Es verdad, a veces se me olvida.
–Dioses de un mundo que aún está por llegar.
–¿Y le queda mucho a ese mundo?
–No mucho. Mira. ¿Ves aquellos píxeles?
–¿Cuáles?
–Los que han empezado a descomponerse.
–¿Los verdes?
–Sí, esos.
–¿Qué pasa con ellos?
–Por allí entrará nuestro mundo.
–¿Y qué haremos entonces?
–Pues ser dioses, ya te lo he dicho.
–Es verdad. Ser dioses. Qué gusto, ¿no?
–Ufff. Ya casi no puedo esperar.
–A mí también se me está haciendo largo. Esperemos que valga la pena.
–La valdrá.
–¿Me lo prometes?
–Te lo prometo.
–Vale, te creo.
–Pues, entonces, duérmete.
–Voy.
–Vé.
–¿Ya?
–Vé.
–¿Yah?
–Vé.
–Ufff.
–Lo sé. No tengo remedio. Pero era necesario.


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