Ir al contenido principal

Ya está todo

      –Bueno, ya está todo, ¿no?
      –Sí. Por fin. Acabo de enviar las últimas pruebas de la novela y he sudado sangre.
      –No me digas. ¿Tanto trabajo te ha costado?
      –Ya no es trabajo, creo que te lo dije, es esa sensación de que cada palabra podría haber sido escrita de una manera diferente.
      –Bueno, pero eso es siempre así, ¿no? Es el lenguaje.
      –Lo sé, pero es que sentía que si ahora me pusiera a escribir lo haría todo diferente. No sé, con lo que he aprendido escribiéndola, ahora haría otra cosa. Pondría otras palabras, utilizaría otras fórmulas... Quizá lo único que dejaría igual sería la trama y las ideas. Eso es lo que sí funciona de verdad. La historia. Estoy convencido.
     –Pues eso es lo importante.
     –En parte sí, pero a mí siempre me ha preocupado el estilo, y aquí parece que lo he sacrificado un poco.
     –¿De veras?
     –Sí. He preferido centrarme en lo que quería decir más que en cómo lo quería decir. Por eso si ahora tuviera la ocasión de escribirlo todo de nuevo, lo haría diferente.
     –Bueno, pero eso puedes dejarlo para la siguiente novela. ¿O es que no has pensado seguir escribiendo?
     –Tienes razón. De hecho es lo que tengo en mente. Volver a demorarme en la escritura. No sé, como en "Cuaderno de duelo". Creo que eso es lo mejor que escrito, al menos en cuanto a forma. Ahí sí que no sobra una palabra, ni una coma. Está esculpido. Esta novela, más bien, está "escupida". Escrita porque necesitaba hacerlo, porque necesitaba contar cosas. Y quizá esas cosas era necesario contarlas de esa manera.
     –Cada historia impone la manera en la que tiene ser contada. Igual que en arte. Forma y contenido –si es que es posible hablar de ellos como términos autónomos– son siempre dependientes.
     –Supongo, sí. Imagino que la siguiente novela llevará parte del aprendizaje que he tenido en esta. En estos días, como te digo, he estado pensando que podía hacer dos cosas: o empezarlo todo de nuevo y escribir otro libro, o escribir otro libro de verdad, otra historia.
    –Si lo piensas bien, al final eso es lo que hacen la mayoría de los escritores. Casi todos escriben siempre el mismo libro. Escriben lo que no han podido escribir en el anterior. Es casi como Pierre Menard autor del Quijote, el mismo libro, pero en un momento diferente, con una historia diferente y otro desarrollo. Pero si nos pusiéramos a analizar las cosas seriamente, quizá no diésemos cuenta de que libro es igual.
    –Es verdad. Quizá sea que a cada escritor sólo le sea posible escribir un solo libro. Y que todos los libros que escriben en el fondo solo son ensayos, partes, fragmentos de ese libro que, por lo general, siempre se queda inacabado.
    –¿Has visto? Tranquilízate. Todo va a salir bien. Entiende que tu novela es sólo una parte de algo. El principio, el fragmento o, si quieres, el esbozo de algo que aún no conoces y que se te escapa de las manos. No pienses en ella como una obra definitiva. Es la primera novela que escribes, ¿qué quieres? No eres Kafka. Esto tenlo claro. Quítate presión.
    –Visto así...
    –Mira, hay que apuntar alto, todo lo alto que puedas. Lee a Kafka, a Bernhard, a Blanchot, a Cortázar, a Calvino, a los que quieras. Aprende de los maestros. Pero no pretendas compararte con ellos. Si no te hundirás antes de salir. Demasiada carga. A no ser que realmente seas uno de ellos –algo que, te adelanto, en tu caso no sucede–.
    –...
    –Aunque yo no escrito nunca nada –soy tu Súper Yo ágrafo–, sí que creo que te puedo dar un consejo: sólo hay una regla en la literatura –y en todo arte, y en la vida si me pones–: da lo mejor que tengas, hazlo lo mejor que sepas, déjate las pestañas... hasta el punto en el que sepas que lo has dado todo, que te has desfondado, que tienes que tomar aire para afrontar algo nuevo. No guardes nada, no dosifiques para otras novelas, para otros proyectos. En cada obra, aunque sea un fragmento, un esbozo, una parte de algo mayor, debe haber un trozo de ti, restos de la sangre que te has dejado allí. No sé, lo mismo es una gilipollez.
    –No, te entiendo perfectamente. Eso es lo que he hecho en esta novela. En ella está lo que yo he podido dar en ese momento particular del tiempo. Quizá más adelante pueda hacer otra cosa. Quizá en otro momento, con la experiencia, pueda adquirir otras capacidades. Pero lo que sí es cierto es que no me he guardado nada. Como dices, me he dejado la sangre ahí. Noches y noches sin dormir, semanas y meses de obsesión con la historia. Lo he hecho lo mejor que sabía. Eso sí es verdad.
    –Pues entonces tú has cumplido. No te preocupes de más. El resto ya no está en tu mano.
    –Me tranquilizas.
    –Para eso estamos. Soy tu conciencia, si no te tranquilizo yo, ¿quién lo hará?
    –También es verdad. ¿Sabes una cosa?
    –¿Qué?
    –Tengo ya muchas ganas.
    –Lo sé.
    –Pero ganas de verdad.
    –Paciencia. Ya casi está.
    –Intento de escapada is coming.
    –Descansa, anda, que se te va antes de tiempo.
    –Voy a ello.
    –Recuerdos a Jacobo Montes.
    –Se los daré.



Comentarios

  1. Esta conciencia empieza a parecerse a un heterónimo...

    ResponderEliminar
  2. ¿Se pueden comprar en Murcia? te lo comento por que hace unas semanas pregunté en una conocida librería por tu último libro Materializar el pasado y me dijeron: Hernández Navarro aún no nos lo ha traído y yo les dije vale gracias ya pasaré...

    ResponderEliminar
  3. "Materializar el pasado" ya está hace un tiempo en Diego Marín. Y la novela sale a la venta en marzo, no sé exactamente el día. Y, esta vez sí, se podrá comprar en Murcia, en Internet, en España y en parte del extranjero

    ResponderEliminar
  4. Genial me pasaré por Diego Marín en cuanto tenga un rato y la novela cuando salga en marzo, te confieso que ultimamente leo más ensayo (sí, me engancho rápido) pero seguro que la novela me molará cuando la lea. Un saludo.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario