Lenguaje velado
Probablemente sea percepción mía, pero de un tiempo a esta parte estoy convencido de que ha crecido el número de burdeles en la Región de Murcia. No hay más que asomarse a cualquier carretera para darse cuenta de la cantidad de carteles que anuncian todo tipo lugares para el placer –masculino, por supuesto–. Lo curioso del caso es que hay que fijarse mucho. Y hay que hacerlo porque es casi imposible distinguir la publicidad de un prostíbulo de la de una firma de moda, un perfume o una marca de helados. Es más, me atrevería a decir que los anuncios de estos lugares contienen mensajes sexuales menos explícitos que el resto de la publicidad contemporánea. Esto es así hasta el punto de que, si uno tuviera que guiarse por el imaginario de los carteles, probablemente entraría a una tienda de perfumes a preguntar por el precio del cuerpo de alguna señorita de esas que mojan sus labios y nos seducen –a los hombres; la mujer es un mero objeto de deseo y está privada de subjetividad–.
Está claro que la visibilización de estos lugares se hace cada vez mayor. Y sin duda el número de sitios está aumentando. Y lo digo ahora con conocimiento de causa. Aunque ustedes no lo crean, mientras escribo esta columna, justo enfrente de mi casa están montando un burdel. La antigua cafetería ha cerrado y, en su lugar, el dueño ha decido crear un lugar de ocio y relax, un club para caballeros. Un sitio con glamour. Y a mí me hace gracia el lenguaje velado y las imágenes sutiles que pretenden esconder lo que allí va a suceder. Preferiría que llamaran a las cosas por su nombre. Un perfume es un perfume. Y lo que están poniendo frente a mi casa es una casa de putas de las de toda la vida.
Está claro que la visibilización de estos lugares se hace cada vez mayor. Y sin duda el número de sitios está aumentando. Y lo digo ahora con conocimiento de causa. Aunque ustedes no lo crean, mientras escribo esta columna, justo enfrente de mi casa están montando un burdel. La antigua cafetería ha cerrado y, en su lugar, el dueño ha decido crear un lugar de ocio y relax, un club para caballeros. Un sitio con glamour. Y a mí me hace gracia el lenguaje velado y las imágenes sutiles que pretenden esconder lo que allí va a suceder. Preferiría que llamaran a las cosas por su nombre. Un perfume es un perfume. Y lo que están poniendo frente a mi casa es una casa de putas de las de toda la vida.
[Publicado en La Razón, 13-1-2011]
Sigues sin decirnos cuándo quedamos para la inauguración.
ResponderEliminarLa oferta y demanda de toda la vida. En tiempos de crisis se folla menos y hay quien hace un negocio de ello. Hasta que, dentro de unos años, estalle la burbuja hetaira y nos recuerden una y otra vez que vivimos por encima de nuestras posibilidades.
ResponderEliminarPero... ¿quién,quién va a los burdeles? y ¿quién puede vivir por encima de sus posibilidades? Yo no tengo ni para pipas y si tuviera no iría tampoco desde luego. Manolo P.
ResponderEliminarNo todo el que va consume. Algunos van a guardar material para momentos posteriores de íntimo onanismo.
ResponderEliminarClaro, Antchonio cada perrito que se lama su...quiero decir que cada uno haga lo que quiera (o lo que pueda). De todos modos a mí me parece un poco machista. Es que mi Antchonio es muy fogoso y me tiene muy contenta...Melani.G
ResponderEliminarAclaremos que ese Antchonio no soy yo.
ResponderEliminarMe encanta tu blog, espero sigas así,yo también me considero un blogger aunque no a tu nivel todavía, espero no te importe que deje mis blogs para que la gente de tu blog pueda visitarlos, tienes permiso para hacer lo mismo en el mío un saludo y gracias por entretenernos
ResponderEliminarDescargar Ares
terror
como besar
gracias, sige así
Está claro que la visibilización de estos lugares se hace cada vez mayor. Y sin duda el número de sitios está aumentando. Y lo digo ahora con conocimiento de causa. Aunque ustedes no lo crean, mientras escribo esta columna, justo enfrente de mi casa están montando un burdel. La antigua cafetería ha cerrado y, en su lugar, el dueño ha decido crear un lugar de ocio y relax, un club para caballeros. Un sitio con glamour. Y a mí me hace gracia el lenguaje velado y las imágenes sutiles que pretenden esconder lo que allí va a suceder. Preferiría que llamaran a las cosas por su nombre. Un perfume es un perfume. Y lo que están poniendo frente a mi casa es una casa de putas de las de toda la vida.
ResponderEliminarcuidado del cabello