Punto y línea sobre el plano (de Libia)

En La guerra del Golfo no ha tenido lugar, Jean Baudrillard hablaba por primera vez de la guerra televisada, del modo en el que el combate contemporáneo se llevaba a cabo más en los medios que en el terreno real. Observaba que la capacidad de simulacro de los medios de masas contemporáneos había llegado a ser tan eficaz que incluso era posible fingir una guerra, hasta el punto de que las imágenes mostradas no tenían por qué coincidir con las del conflicto real. La televisión creaba y producía la guerra.

Veinte años después, la capacidad de los medios para producir simulacro ha ido en aumento. Y las imágenes que nos llegan de la guerra de Libia, como muchas de las que ya recibimos desde Irak, son imágenes absolutamente abstractas. Abstracción pura que recuerda a las composiciones suprematistas de Malevich o a las pinturas de Kandinsky. Luces en el cielo, movimientos de puntos en un radar, cruces, dianas, objetivos que se desplazan, y casi ningún sonido.

Ayer, en varios telediarios, mostraron la visión de la guerra desde un avión de combate. El titular decía: “Así se ve la guerra desde el cielo”. Así muestra la guerra el imaginario militar, cabría decir. Y es que la manera en la que los sistemas de visualización militares representan el combate –su manera de dar imagen a las cosas– tiene una historia concreta que se gesta en la racionalidad moderna. Una historia y una ideología relacionada con la eliminación absoluta de la subjetividad del enemigo, que se convierte en un mero dato. En esas imágenes no hay cuerpos, no hay sangre, no hay víctimas. En el radar, sólo hay números, cifras… puntos y líneas sobre un plano.






[Publicado en La Razón, 1/3/2011]

Comentarios

  1. nieve de primavera3 de abril de 2011, 12:41

    Sí, pero también dieron una imagen, apenas unos segundos, de un hombre con las piernas amputadas, agonizando y yo en ese momento deseé morir, matarme, arrancarme los ojos, el corazón, vomitar, gritar, aullar.......morime...

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  2. Lo darías, pero supongo que se (¿quiénes?) intenta evitar para que no acabemos pensando como Vd., nieve de primavera. Lo dice, y lo termina muy bien: "deseé... morirme". Yo deseo morirme de asco cuando se argumentan causas "democráticas" para estas cosas, legitimidades diferenciales (a mí me resguarda la ONU) y toda esa basura.

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  3. Sorry: no "Lo darías", sino "LO DARÍAN"

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  4. ...la capacidad de simulacro de los medios de masas contemporáneos había llegado a ser tan eficaz que incluso era posible fingir una guerra, hasta el punto de que las imágenes mostradas no tenían por qué coincidir con las del conflicto real. La televisión creaba y producía la guerra.

    ¿No es esa la idea de La Cortina de Humo, de Barry Levinson?

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  5. Me parece frívolo comparar la imagen de un bombardeo, por el que recuerdo muere gente, con un cuadro de Kandinsky.
    Tampoco entendí la similitud entre las fallas y el fuego aéreo de las tropas libias.

    No sé si se trata de hacer política o es un ejercicio intelectual. En cualquier caso aquel que necesita el sufrimiento ajeno para provocar "algo" no es más que alguien falto de la sensibilidad más básica. Y es que hay situaciones en las que hablar de arte simplemente sobra.

    Ahora tengo que añadir que soy una voraz lectora de tu blog y que no te considero en el grupo antes mencionado, por eso mismo es por lo que escribo este comentario; para ser sacada de mi error.

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  6. Estimada Sara, intento explicarme mejor. Lo que intento decir es que a veces imágenes absolutamente diferentes tienen extrañas similitudes entre sí. Eso es lo que ocurre con los fuegos artificiales y los bombardeos, por ejemplo. Juntar ambas imágenes produce una sensación que Freud llamaría "siniestra".
    En el caso de Kandinsky, lo que quiero decir es que esas similitudes se deben a las maneras de producir visualidad en la modernidad. Maneras que comparten tanto el arte como los imaginarios militares. Ambos comparten un mismo régimen escópico. Y detrás de ambos se encuentra una inconsciente cultural semejante: una distancia, una abstracción, un alejamiento de la realidad física. Por supuesto, no son comparables en el sentido último. Detrás del bombardeo hay muertos. Es una realidad terrible que nos hace cuestionarnos nuestra humanidad. Pero el modo en el que eso se visualiza es heredero de la tradición de representación de la imagen en occidente durante la modernidad.

    No se trata en ningún caso de banalizar la realidad, sino de complejizarla. Tenemos que pensar que las cosas son siempre mucho más complejas de cómo las vemos. Hay que mirar siempre más allá de lo evidente.

    Espero haber respondido a la inquietud. Y, por supuesto, que sigas visitando el blog.

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