Ir al contenido principal

Paranoia artística (¿Arte o cosa? II)

La semana pasada hablaba aquí de lo fácil que es confundir el arte contemporáneo con cosas que no son arte. Esta semana me gustaría seguir reflexionando sobre esta cuestión, pero moviéndome hacia el otro extremo: el de las cosas que no son arte y que sin embargo pueden parecerlo. La cantidad de eventos artísticos que están teniendo lugar en Murcia en las últimas semanas parece haber provocado en muchos murcianos una especie de paranoia artística que les hace ver obras de arte por todos lados. Ya son bastantes los que han confundido cosas tiradas por el suelo con instalaciones, o mendigos durmiendo con performances, aunque quizá lo más llamativo fue lo sucedido a algunos visitantes extranjeros de Manifesta, que, al pasar por delante del juzgado y ver allí la que había montada en torno al concejal Berberena, creyeron que todo se trataba de una gran performance y estuvieron un buen rato esperando a ver qué sucedía.

Que estas cosas nos ocurran a los aficionados al arte, que estamos algo sugestionados, todavía tiene pase. Pero lo verdaderamente extraño es que la paranoia haya llegado a otro tipo de sujetos que nada tienen que ver con el entorno artístico. El otro día, sin ir más lejos, escuché a dos policías una conversación que jamás habría creído posible en Murcia. Ante un coche mal aparcado cerca del Antiguo Edificio de Correos, un agente le preguntaba al otro: “–oye, ¿tú sabes si esto es alguna performance de esas?” “Que yo sepa, no”, le respondió el otro. “Pues entonces se va a comer una multa del quince”. Es curioso, pero parece que se nos ha despertado una nueva manera de mirar a lo que nos rodea. Y bien pensado, esa es la pretensión del arte moderno desde un principio: mirar de nuevo al mundo para habitarlo de un modo diferente.

Santiago Sierra, Obstrucción de una vía con diversos objetos, Limerick, Irlanda, marzo de 2000.

[Publicado en La Razón , 29/10/2010]

Comentarios

  1. "Mirar de nuevo ¡al mundo! para habitarlo de una forma diferente" Mirar para habitar. Al mundo para habitarlo. El lenguaje sostiene la pretensión de decir el todo sin ser el todo, pero para ello necesita referencia: el mundo. Si el arte olvida el mundo sólo se dice a sí mismo. Si se transforma en nada más que mundo (que es lo que sospechaban los buenos policías murcianos) pierde su tensión a ser todo. ¿Mantiene el arte contemporáneo su tensión al todo, sabiendo que no es el todo, o ya no es capaz de "decir" nada? Me parece que aquí está la cuestión fundamental para comprender el arte contemporáneo, si se me permite la falta de modestia (que no es otra cosa que eso, falta de modestia).

    ResponderEliminar
  2. Sigue escribiendo y publicando, da gusto leer

    ResponderEliminar
  3. Podias escribir un post a cerca de recomendaciones para entender el arte contemporáneo. Qué leer, qué ver, por donde empezar...o algo así. Para los que no entendemos o somos de otra época es un poco complicado a veces. Gracias.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario