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Tirar la piedra y esconder la mano

En los últimos días, este blog ha recibido un comentario anónimo cuya única intención era contribuir al embrollo y al falseamiento de la realidad, cuando no directamente a la denigración personal. Y, por supuesto, lo he borrado. Lo digo por si el autor no lo ha encontrado en la noticia correspondiente. No es un fallo técnico. Es una cuestión ética.

Mi blog lo controlo como me da la gana. Exactamente igual que en mi correo elimino el spam, en el blog borro los comentarios basura. Y basura aquí significa publicidad, pero también insulto, falta de discreción o simplemente cualquier cuestión que me pueda resultar ofensiva o inadecuada. A veces creemos que el blog es un espacio absolutamente público y democrático en el que tenemos que soportar cualquier tipo de reacción. Y por aquello del qué dirán, llegamos a aguantar algunas cosas que no soportaríamos en la vida cotidiana. Yo, desde luego, no estoy dispuesto a hacerlo. Y si a mi casa invito a quien quiero, aquí sólo admitiré comentarios respetuosos. Lo cual no quiere decir que todo el mundo esté de acuerdo, ni mucho menos. De hecho, el debate y la discusión es lo mejor que le puede pasar a un blog. Pero, desde luego, en términos civilizados.

Internet nos ha abierto un mundo de posibilidades. Pero también lleva su lado oscuro. La democratización de la información y la ruptura del sistema vertical de imposición de la noticia, supuestamente sustituida por la interactividad y la posibilidad de reacción ante lo publicado, lleva consigo, sin embargo, un problema de difícil solución: el anonimato y la posibilidad de control de las reacciones.

Escribir comentarios anónimos en un blog es una actividad común. La mayoría de las veces suele ser algo inocente, y el anonimato incluso puede llegar a tener sentido. El problema es cuando ese anonimato se convierte en una especie de salvaguarda de cosas que no serían tolerables en "el mundo real". Yo aquí escribo con mi nombre real, exponiéndome totalmente, dejando claro cuáles son mis opiniones, mostrando en ocasiones incluso algunas partes de mi intimidad. No pretendo, por supuesto, que todos compartan esa voluntad de exposición. Pero no tolero que, desde el anonimato, se realicen según qué comentarios. Hay cosas que hay decirlas "a la cara", con lo que "a la cara" pueda significar en Internet.

Uno ha de ser responsable de lo que dice o escribe. No se puede tirar la piedra y esconder la mano. Y la Red se ha convertido en un lugar de arrojapiedras cobardes que se escudan en el anonimato para insultar y mentir. Por ejemplo, es realmente bochornoso acercarse a los comentarios y reacciones de los lectores a las noticias de según qué medios de comunicación. Bajo la idea de la libertad, estamos cayendo en dejar pasar libremente el insulto, la maledicencia y la perversión más radical.

No
tengo claro hasta qué punto los medios pueden eludir su responsabilidad en esta cuestión. Aunque se pueda esgrimir que los comentarios son espontáneos y es imposible controlarlos (o, peor, censurarlos), lo cierto es que esos comentarios no son realizados en el limbo, sino en una página concreta, que sirve de plataforma y soporte para su publicación. Si un periódico no publica cartas anónimas e insultantes, no entiendo por qué el comentario ha de tener un estatus diferente. Estas son las cosas del mal entendimiento de las posibilidades de la tecnología.

Yo no sé aún cuál es la postura correcta. Lo que sí tengo claro es que si una serie de comentarios anónimos insultan, vilipendian, enturbian la imagen y mienten deliberadamente sobre alguien, el responsable último es el medio que los permite, publicita y mantiene para siempre en Internet. Porque, y esto sería para reflexionarlo en otra ocasión, al contrario de lo que suele pensar sobre lo efímero de la Red, Internet no olvida. Y lo que allí se escribe, queda escrito para siempre. Limpiar eso es ya casi imposible. El mancillamiento del honor, que en otro tiempo se limpiaba a través de la sangre, ahora vaga por la Red hasta el fin de los tiempos.

Comentarios

  1. Si señor, una vez más vuelves generosamente a regalarnos una lección de responsabilidad, integridad y honestidad, con la valentía,elegancia y humildad que te caracterizan. Ojalá que tus palabras sirvan como ejemplo para que todos aprendamos a ser un poco más responsables y respetuosos con nosotros mismos, conscientes de la utilización de los medios actuales y de su uso,hacia un fin mas constructivo que egoísta y cobarde donde volcar nuestras frustraciones. Cuentas con todo mi apoyo y mi admiración.

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  2. siempre te quedará la integridad, como trasfondo de tu corazón.... que no todo es intelecto.... y tú has demostrado siempre que el diálogo es la base... olvídalos y no te dejes influir... ya hiciste lo suficiente como para no tener que dar explicaciones de lo que haces con tu blog o no... al final... es como entrar en el juego, en su juego, .... en su performance... para eso mejor que se dirijan a La Conservera, que es la que lleva ese tipo de actividades artísticas.... tú ya no .....jjjjjjjjjj ..... un abrazo .... Antonio Tapia

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  3. No sólo estás en tu derecho; si me apuras, estás en tu deber. Para muestra, un par de botones: Uno y dos.

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