Hoy
Hoy hace un año que murió mi madre. No ha sonado el teléfono a las ocho y media de la mañana. No he escuchado la voz temblorosa de mi hermano. No me he vestido sin saber exactamente lo que estaba haciendo. No he cogido el coche y he acelerado tanto como he podido. No he llegado a la casa de la huerta y he encontrado un cuerpo sin vida. No me he abrazado a mis hermanos y he mordido mis labios intentando contener la rabia. No. Hoy nada de eso ha sucedido. Hoy me he despertado tranquilo. He desayunado. He entrado en Internet. He mirado los periódicos. He escrito mi crítica literaria y la he enviado por mail. Luego me he sentado en el sofá y he comenzado a escribir estas líneas. He escrito que hoy hace un año que murió mi madre, que hoy no ha sonado el teléfono a las ocho y media de la mañana, que no he escuchado la voz temblorosa de mi hermano, que no me he vestido sin saber exactamente lo que estaba haciendo, que no he cogido el coche y he acelerado tanto como he podido, que no he llegado a la casa de la huerta y he encontrado un cuerpo sin vida, que no me he abrazado a mis hermanos y he mordido mis labios intentando contener la rabia. Hoy he escrito todo esto. Todo esto, y lo demás. He escrito que ha pasado un año y todo ha cambiado. Pero también tengo que escribir que hay cosas que se empeñan en repetirse, cosas que se resisten a cambiar. Cosas como las lágrimas, que siguen nublándome la vista, que se empeñan en volver una y otra vez. Las lágrimas, que siguen sin dejarme ver lo que tengo frente a mí. Antes, un cuerpo sin vida. Ahora, un vacío que aún no he aprendido a llenar.
Un abrazo, Miguel Ángel.
ResponderEliminarOtro abrazo. Ánimo.
ResponderEliminarHay huecos que no se llenan con nada, sólo nos acostumbramos a tenerlos ahí.
ResponderEliminarUn beso
Hoy hace un año que esperaba con miedo, el calor candente del escrito en recuerdo a tu madre, desde esta mañana he estado aguantando la tentación de abrir de tu blog, he tenido pánico durante todo el día, sabia que la herida que no me había dejaba de rezumar durante todo un año, hoy reventaría al leer tu página de aniversario, pero no, me ha dejado frió y calmado, te agradezco tu forma sufrir las tragedias.
ResponderEliminarDesde temprana hora he ido rememorando lo acaecido hace una año, la llamada vespertina, el viaje pisando a fondo como si pudiese solucionar algo, la llegada al frío tanatorio, y la primera mirada tras el cristal de esa urna de exposición de la muerte, donde se disipó la duda de si todo era un mal sueño. La misa, el entierro y mi llanto mal contenido durante horas, y finalmente el triste regreso a casa.
Comprendo que en tu escrito solo menciones a tus hermanos, no te lo reprocho, el lógico. Pero yo también perdí, mi otra mitad genética, perdí, setenta años de unión, perdí, la persona con la que jamás tuve ni la más mínima discusión, perdí, el cariño puesto al mismo nivel de mi esposa e hijos y perdí la dulzura de la mirada de unos ojos que me miraron como jamás nadie lo había hecho.
Descansa en Paz Hermana
Un abrazo muy fuerte, y muchos ánimos.
ResponderEliminarDesde hace ya algún tiempo me asalta el temor de ese tipo de pérdida, y cada día que pasa lo siento como un inexorable paso más hacia ese momento que seguro me partirá el alma.
ResponderEliminarUn abrazo muy fuerte.