Arte y vida
Algunos comentaristas me han pedido mi opinión sobre "Un perro enfermo, callejero", la polémica acción del artista Guillermo Vargas, que dejó morir de inanición a un perro en una galería de arte como parte de su instalación acerca del sufrimiento de los demás y su tolerancia por parte de la sociedad burguesa. Aun a pesar de ser un hecho terrible, esta animalada no es ni mucho menos sorprendente para cualquiera que tenga un conocimiento más o menos profundo del arte contemporáneo. Muchos son los artistas que han bordeado las fronteras de lo ético y lo repugnante, sobrepasándolas en la mayoría de los casos.
La pregunta que surge inmediatamente es: ¿cuáles son las fronteras del arte? Y sobre todo: ¿disfrutan los artistas de prebendas y derechos especiales? Mi respuesta es contundente: por supuesto que no. Las fronteras y los límites del arte son los límites de la vida. Si en el quehacer cotidiano está prohibido, por ejemplo, robar un cuadro de un museo, aunque esto se haga como obra de arte, y aunque como obra de arte pueda ser tolerada y fascinante (ya lo hizo Ulay a finales de los setenta), como hecho social debe ser sancionado.
El problema principal es que todavía funcionamos con la idea de que el arte y los artistas se rigen por categorías superiores al resto de los mortales. Se trata de una visión romántica que vincula lo artístico con realidades trascendentes y difíciles de asimilar por gran parte de la humanidad. Va siendo ya hora de comenzar a pensar en ‘arte’ como un término neutro, y en los artistas como gente normal. Trabajadores, como todos. Que una cosa sea arte no tiene nada que ver con que sea mejor o peor, bella o fea, moralmente intachable o éticamente reprochable.
Arte, estética y ética son hoy categorías diferentes. Así las cosas, parece claro que un artista no tiene por qué ser buena gente y que una obra de arte puede ser perfectamente cruel. Pero también tiene que quedar claro que el arte y los artistas han de regirse por las leyes y normas que proclama una comunidad. Si un artista, como Guillermo Vargas, maltrata a animales, aunque como obra de arte pueda funcionar (como de hecho lo hace), como acto social iene que ser penado. No hay un más allá de la sociedad, ni siquiera para los artistas. Afortunadamente.
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La pregunta que surge inmediatamente es: ¿cuáles son las fronteras del arte? Y sobre todo: ¿disfrutan los artistas de prebendas y derechos especiales? Mi respuesta es contundente: por supuesto que no. Las fronteras y los límites del arte son los límites de la vida. Si en el quehacer cotidiano está prohibido, por ejemplo, robar un cuadro de un museo, aunque esto se haga como obra de arte, y aunque como obra de arte pueda ser tolerada y fascinante (ya lo hizo Ulay a finales de los setenta), como hecho social debe ser sancionado.
El problema principal es que todavía funcionamos con la idea de que el arte y los artistas se rigen por categorías superiores al resto de los mortales. Se trata de una visión romántica que vincula lo artístico con realidades trascendentes y difíciles de asimilar por gran parte de la humanidad. Va siendo ya hora de comenzar a pensar en ‘arte’ como un término neutro, y en los artistas como gente normal. Trabajadores, como todos. Que una cosa sea arte no tiene nada que ver con que sea mejor o peor, bella o fea, moralmente intachable o éticamente reprochable.
Arte, estética y ética son hoy categorías diferentes. Así las cosas, parece claro que un artista no tiene por qué ser buena gente y que una obra de arte puede ser perfectamente cruel. Pero también tiene que quedar claro que el arte y los artistas han de regirse por las leyes y normas que proclama una comunidad. Si un artista, como Guillermo Vargas, maltrata a animales, aunque como obra de arte pueda funcionar (como de hecho lo hace), como acto social iene que ser penado. No hay un más allá de la sociedad, ni siquiera para los artistas. Afortunadamente.
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¿Podría valer la acepción 3ª, DRAE 21ª ed., del término "canalla"? ¿Caerá el artista en laa cuenta de la autocontradicción de sus actos, fiat iustitia...? Aunque no caiga, la estupidez no le justifica. Si bien puede explicar muchas cosas, pero esto pertenece ya a las ciencias sociales, no al juicio de los hombres que se relacionan.
ResponderEliminarGracias por el texto. Un saludo.
ResponderEliminarCompletamente de acuerdo. Un abrazo.José luis Molinuevo.
ResponderEliminarTerminamos de liar la cosa si comparamos lo del perro con las corridas de toros, que tb hay quienes las denominamos ARTE.
ResponderEliminarMe ha movido a una profunda reflexión esta entrada, supongo que la diferencia (legal) con el torero es que esa actividad sí está reglamentada y autorizada.
En cualquier caso me parece bastante más cruel lo del perro... MUCHO más cruel. Puede que sea arte, pero yo a este lo empapelaba ;-)
lo de los toros ya es algo, pregunta¿ y sin encarcelo 70 mil pollos y los dejo morir de hambre? movería a la crítica válida si, son 100 mil los que a diario mueren para nuestros supermarket?
ResponderEliminar¿el asado de perro a la vinagre y miel, chino, que tiene dos mil años de edad, nos debería asquear, entonces? ¿acaso el fluor (40 toneladas diarias en el mundo) que vacíamos para mantener nuestras bocas frescas, no envenena la química del agua de los mares, sin ninguna posibilidad de reparo? la lista es larga, la cuestión es profunda en su contradicción...
Al margen de la reflexión intelectual sobre si esta acción (matar de hambre al perro)es o no es una obra de arte, parece que además no es verdad:
ResponderEliminarJuanita Bermúdez directora de la galería Códice de Managua (Nicaragua) donde tuvo lugar esta exposición ha comunicado que el perro se escapó y no murió como dijo el artista. Todo lo que dijo en su momento y mantiene este "artista" (Guillermo Vargas) dice la galerista: es de su responsabilidad.
Más información en:
http://www.contraindicaciones.net/2007/10/la_muerte_del_arte_y_la_muerte.html
Un saludo,
Hernando
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarEl link es el siguiente del comentario anterior es:
ResponderEliminarWWW.contraindicaciones.net/2007/10/la_muerte_del_arte_y_la_muerte.html
Parafraseando al doctor Ian Malcolm de "Parque Jurásico" (Jeff Goldblum) "la vida se abre paso"... auque sea a través del arte.
ResponderEliminarA ver si lo de que "se ha escapao" va a ser una excusa...
Estoy de acuerdo con que se trata de un acto bárbaro, estúpido y penable. Estoy también conforme, aunque no del todo, con eso de que la ética y la éstética están hoy separadas.
ResponderEliminarNo tengo tan claro que la primera consideración se deduzca de la segunda. Incluso cuando el arte era la forma suprema de la metafísica y la ética -y no hablo del siglo XIX solamente- actos de este tipo fueron valorados ya entonces como horrendos e inaceptables.
Por otro lado, y perdonen ustedes, no me ha quedado claro, y me preocupa, si la discusión va sobre el arte, sobre la moralidad del acto o sobre la sociedad actual que tampoco reconoce en el arte ninguna especial capacidad iluminadora y ética.
Magnífico comentario, MAHN. Lo has clavao.
ResponderEliminarCreo que si la belleza fué el gran tema de la discusión de arte en los 90, la de estos tiempos debe centrarse en la ética como elemento a situar urgentemente como legitimador del arte y de la estética. (Y de la vida ya de paso).
El terrorismo escandalizador como posición artística ya ha sido conveniente agotado, es obsoleto, aburrido, obvio, inútil.
Al menos, yo lo siento así. Aquí, un link sobre una reflexión que escribí cuando me enteré de lo del perro de Habacuc y me leí tropocientos comentarios en otros tantos sitios. Me interesa mucho la opinión de los pensadores profesionales sobre estas cuestiones.
http://dadauno.blogspot.com/2008/02/la-virtud-de-peito_18.html
Cabría preguntarse porque semejante obra funciona, y quienes son los que hacen que funcione...
ResponderEliminarEstoy de acuerdo, hoy en día Ética, Estética y Arte van y deben ir separados por necesidad, ahora bien, nunca debemos de olvidar que el Artista es un ser humano no un Dios de otro mundo y como tal no puede vulnerar las bases éticas que hacen posible la vida digna.
ResponderEliminarMario A