Cama y Walser

Un tremendo constipado que me acompaña desde año nuevo, me ha hecho hoy empiltronarme (por usar una expresión de mi amigo Fernando). Lo malo es que he tenido que cancelar una serie de reuniones editoriales en Barcelona. Pero lo bueno es que, encamado, he podido aprovechar para dedicar el día a la lectura placentera. Después de terminar algunas pequeñas cosas, y entre llamada y llamada (éstas no respetan enfermedades), he leído El paseante solitario, la pequeña joya de W.G. Sebald sobre Robert Walser. El otro día Taun me puso los dientes largos, y hoy no he podido resistirme. Además, estos días, he comenzado a interesarme en serio por la obra de Sebald. Aún no he leído demasiado, pero comienzo a tener claro que se convertirá en uno de mis autores fetiche.

Tras acabar El paseante solitario, no he podido resistir la tentación y he comenzado a leer un libro que tenía reservado para otro momento, el tercer volumen de Escrito a lápiz, los microgramas casi ilegibles que Walser escribió en papel reutilizado. Conforme avanzaba en la lectura, se me ha presentado claro el hecho de que Walser es uno de los precursores de la escritura-blog. Tanto la forma como el estilo de estos microgramas responden perfectamente a esa escritura fragmentaria, leve e ingrávida de muchos blogs. Un cuaderno de bitácora donde se entrecruzan al mismo nivel percepciones, historias, realidades y ficciones. Si Walser estuviese vivo (y si dispusiera de Internet gratuito), sin duda, tendría un blog. Lo que no tengo claro es si sería público o privado.

---

Comentarios

  1. Me encantaría empezar a leer a Walser, en cuanto pueda me compraré un libro suyo o le pediré a mi padre que lo busque en su montaña de saber.

    Presiento que Walser y yo nos vamos a llevar muy bien.

    Por cierto, el verbo exacto es "empiltrarse", ese es el arcaicismo, aunque se admiten variaciones, reformas y dialectos del mismo.

    Un abrazo.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Mis libros favoritos de 2023

La mirada anacronista

La extimidad del abismo