Si te comes un limón sin hacer muecas

Apenas tengo tiempo para escribir esta entrada. Pero no quiero dejar pasar lo que me ocurrió anoche con un libro de Sergi Pamiès. En un intermedio del seminario que impartía Nicolas Bourriaud en el Cendeac (por cierto, magnífico), compré el último libro de Pamiès, Si te comes un limón sin hacer muecas. Si he de ser sincero, no lo compré por Pamiès, sino porque tenía un prólogo de Enrique Vila-Matas, y no hay nada de escritor catalán que se me pase. Y gracias a Dios. Porque este libro de Pamiès es increíble. En el hall del hotel, mientras esperaba a Bourriaud para cenar, comencé a leer algunos relatos. Y me quedé completamente aprisionado. En la presentación, Vila-Matas dice que es un libro que hay que releer una y mil veces. Y no le falta razón. Los relatos acaban, pero al mismo tiempo, tienes que volver una y otra vez sobre ellos. Bueno, el caso es que casi a punto de finalizar uno de los cuentos más interesantes, bajó Bourriaud. Y no sólo no pude acabar el cuento en ese momento, sino que entonces se confesó admirador de Vila-Matas, para él (como para mí) es el escritor más interesante actualmente (más que ningún otro). Y yo, que soy buena gente, sabiendo que le iba a gustar, y que al día siguiente partía hacia París, le regalé el libro de Pamiès. Y fue lo peor que pude hacer. Porque esta noche, inquieto con el puñetero relato, no he podido dormir bien. He inventado mil trescientos finales para el cuento. Y ninguno me ha satisfecho. Por eso decía al principio de esta entrada que ahora no tengo demasiado tiempo, porque ahora mismo, en cuanto sean las diez y abran las librerías, volveré a comprar el libro. En media hora sabré como acaba un relato que comienza con una frase tremenda que no paro de rememorar (dentro de mis posibilidades): "Tuve que morir para que me quisieran".

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