NYC Poetry
Después. Siempre, después.
Después. Algún día, después.
Después borró sus fotos. Después lavó sus sábanas. Y, después, sólo después, encontró un pedacito de jabón que ella había dejado en la ducha.
Como en una historia leída hace algún tiempo, quiso deshacer el pequeño resquicio de su tacto. Deshacerlo como él se deshizo en los brazos de ella.
Y como no le quedaban lágrimas, lo puso bajo el grifo, y, muy lentamente, gota a gota, lo contempló desmaterializarse, hasta desaparecer sin dejar rastro alguno.
Muy lentamente, gota a gota.
Ocho años y cuatro días.
Lentamente, gota a gota.
Mientras, seguía lloviendo en Central Park, como si las nubes se
hubieran aliado con su ausencia.
Algún día dejará de llover, escuchó. Algún día, quién sabe.
Cesará la lluvia y sonará un piano.
Volverá una música.
Un puente.
Una historia.
Una ciudad.
Una avenida.
Una ventana.
Dos manos.
Después de la lluvia.
Un poema, que bien, llevaba esperando mucho tiempo este momento, y la espera ha dado sus frutos en forma de un gran poema.
ResponderEliminarTe animo e incito a seguir publicando tu poemas en el blog, que por lo menos, por lo menos, tendras un lector.
Otra lectora se suma al comentario de Taun.
ResponderEliminarMe encanta la imagen del jabón y el ritmo que deja en el poema, como gotas que cayeran una tras otra.