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Mostrando entradas de enero, 2013

Frases promocionales

Últimamente, la mayoría de los comentarios más sinceros e inteligentes que leo sobre libros los veo en los muros de Facebook o en los tuits de algunos críticos y escritores. Son comentarios a bote pronto sobre lo que están leyendo que muchas veces se tamizan o se transforman cuando se trasladan al formato más tradicional de crítica o reseña. Me gustan más y creo que son más certeras estas impresiones lectoras que las fórmulas más estereotipadas de crítica, sobre todo porque se acercan más a la experiencia lectora, a las reacciones del lector común ante el libro. Sin duda, estos comentarios o tuits servirían perfectamente como eslóganes a la hora de promocionar un libro, mucho más que las habituales frases elogiosas entresacadas de una larga reseña. Frases que, por lo general, están fuera de contexto y muchas veces están extraídas con calzador. Me pregunto si algún día en las cubiertas y las fajas de los libros podremos leer algo así como: "Apabullante, increíble, maravillosa"

Modas teóricas

Escribiendo el prólogo para un gran libro sobre el pensamiento estético y político de Jacques Rancière, se me ha colado este párrafo sobre las modas intelectuales que comparto aquí con vosotros: Como sucede con un gran número de teóricos, la mayoría de las veces la aplicación de su pensamiento se queda en el ámbito de superficie. Apenas en términos y palabras. Nombres o ideas claves que se convierten casi en contraseñas para entrar en el juego del arte: mots-de-passe que nos permiten decir si un texto está o no a la moda teórica del momento. Una moda que, por supuesto, cambia como las demás. Cualquier crítico o comisario que se precie hoy, debe citar sin sonrojarse demasiado a Negri y Hardt y las ideas de multitud, Imperio y creatividad colectiva; Giorgio Agamben, estado de excepción, vida nuda, homo saccer; Alain Badiou, metapolítica y la potencia del evento; Judith Butler y la precariedad de la existencia –que está más a la moda ahora que sus estudios sobre género–; Laclau y Mou

Portada

Ya está la maquinaria en marcha. Intento de escapada ha entrado en imprenta. En breve (marzo), saldrá a la venta. Como no podía ser de otro modo, no puedo aguantarme y aquí os dejo un adelanto: el argumento y la portada, que ha quedado preciosa gracias a la imagen de Reflejos de un viaje , uno de los vídeos más bellos de Javier Pérez. La verdad, si os soy sincero, es que no me canso de mirarla. Todavía me cuesta trabajo asumirlo. Algunos me dicen No te preocupes, enseguida te acostumbras y lo normalizas. A mí, sin embargo, me gustaría no acostumbrarme jamás. Y que cada vez que mirase el libro surgiera en mí la emoción que ahora siento al ver la portada. Una emoción que está a medio camino entre la felicidad más absoluta y la mayor de las responsabilidades. Imagino que es lo mismo que deben de sentir los jugadores de fútbol antes de un partido, cuando se acerca la hora de salir al terreno de juego. Nervios, emoción, responsabilidad, algo de miedo... pero sobre todo ganas, muchas ganas d

Las partículas elementales [y algo de Fringe, y de Amor, incluso]

Llevaba tiempo queriendo leer Las partículas elementales . Michel Houellebecq es un escritor que me atrae. No tanto por el sexo y el mal gusto del que hace gala, sino sobre todo por la inteligencia de sus planteamientos. Sus libros son tratados de sociología contemporánea. Pocos, creo, han sabido retratar mejor la crisis de valores de que sufre el hombre contemporáneo. Es, en el fondo, un moralista. De lo que he leído de él me gustó El mapa y el territorio , aunque sólo quizá por el tratamiento del mundo del arte. Y sobre todo Plataforma , que la considero una obra maestra, casi el Viaje al fin de la noche  de nuestros días. Las partículas elementales me ha gustado menos como novela. Creo que narrativamente funciona mucho peor que Plataforma – allí se notan los avances el oficio de escritor a la hora de plantear una trama más que un mosaico–. Aun así, como cartografía del fin de una era, Las partículas elementales es magistral. El fracaso del proyecto moderno en el ámbito de las em

Amor... a pesar de todo

Anoche vi "Amor", la película de Michael Haneke. Aún estoy tocado. Es una obra maestra. Maravillosa. Pero también terrible. Nos pone frente a lo más real. A la vida tal como es. Al amor tal como es. Al cuerpo, a la vejez, a la enfermedad. A la muerte. Tal como es. Confieso que hubo un momento en el que pensé salirme del cine. Me recordaba demasiado a lo que había vivido con mis padres. Qué necesidad tengo de sufrir, me dije. Pero enseguida me di cuenta de que no sólo se trataba de sufrir. Sino también de comprender. De volver a comprender. Imagino que hay dos maneras de ver la película: la que observa en ella lo que vendrá y la ve como prospectiva; y la que la siente como el recuerdo de algo pasado y experimentado. En mi caso, lo vi de las dos maneras. Cada escena no hacía sino recordarme a la trombosis de mi padre y, luego, de mi madre. Los pañales en la habitación, la pelota de goma en la mano, los gestos de la boca, la silla en la ducha, la botella de agua sobre la m

Ya está todo

      –Bueno, ya está todo, ¿no?       –Sí. Por fin. Acabo de enviar las últimas pruebas de la novela y he sudado sangre.       –No me digas. ¿Tanto trabajo te ha costado?       –Ya no es trabajo, creo que te lo dije, es esa sensación de que cada palabra podría haber sido escrita de una manera diferente.       –Bueno, pero eso es siempre así, ¿no? Es el lenguaje.       –Lo sé, pero es que sentía que si ahora me pusiera a escribir lo haría todo diferente. No sé, con lo que he aprendido escribiéndola, ahora haría otra cosa. Pondría otras palabras, utilizaría otras fórmulas... Quizá lo único que dejaría igual sería la trama y las ideas. Eso es lo que sí funciona de verdad. La historia. Estoy convencido.      –Pues eso es lo importante.      –En parte sí, pero a mí siempre me ha preocupado el estilo, y aquí parece que lo he sacrificado un poco.      –¿De veras?      –Sí. He preferido centrarme en lo que quería decir más que en cómo lo quería decir. Por eso si ahora tuviera la ocas

Allí y entonces

Aquí y ahora . Cartas 2009-2011  es la correspondencia entre Paul Auster y J. M. Coetzee, publicada por Anagrama y Mondadori en una bella edición conjunta. Me fascinan estos autores. Me confieso austeriano enfermizo. Casi mitómano. Y de Coetzee qué puedo decir. El más inteligente de los escritores vivos. Por eso el libro es a priori el mejor de los regalos que alguien me podría haber hecho. Lo he disfrutado muchísimo. Ha sido como meterse en medio de un diálogo. Introducirse como voyeur en medio de la intimidad. Sin embargo, hay cosas que me han rechinado. Algunas de ellas, demasiado. Habría muchos temas de los que hablar. En primer lugar, la propia idea de la correspondencia como algo perteneciente a otro tiempo, una forma de comunicación zombie, pero que sin embargo, nos habla de los cuerpos, del tiempo de los cuerpos en atravesar un espacio. Cuando empecé a leer el libro, pensé que iba a poder escribir sobre eso, que ya tenía el post hecho, hablar de la escritura epistolar, del

Ahí arriba

Escribes tu último post del año. Escribes sobre la necesidad del amor. Todo bien. Lo publicas. Es algo ñoño, adviertes después. Pero hay a quien le ha gustado. Y con eso te vale. Después, empieza el año. Lleno de sueños, deseos, felicidad. Lleno de cosas por hacer. Proyectos, cosas buenas por venir. Tu primera novela a punto de ver la luz. La segunda, naciendo. Tienes el argumento, la idea, el título, todo se acomoda. La vida es feliz. Tu matrimonio, genial. Tu familia, lo mejor. Hay cosas que reparar, por supuesto. No todo es idílico, pero lo sobrellevas. El todo es más grande que la parte. La parte aquí no puede arruinar el todo. La vida es un mosaico. Pero entonces llega la mierda. Llega cuando menos te lo esperas. Hoy, temprano, te llaman para decirte que un amigo ha muerto. Un gran chico, joven, más que tú, con ganas de hacer cosas, con futuro, con mucho futuro. Te quedas sentado sin saber qué hacer. La mierda pasa. Shit happens, lo dices en inglés porque llevas dos o tres días re