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Mostrando entradas de marzo, 2012

Multiplicidad topológica

Es difícil escribir sobre un libro de Enrique Vila-Matas sin repetirse. En los primeros párrafos uno tiene que tomar impulso y poner la obra en perspectiva, conectándola con los libros anteriores del escritor y buscando el lugar que el texto ocupa en su producción literaria. Como él mismo ha sugerido, frente a los escritores de libros, están los escritores de obra, los autores que libro tras libro van produciendo un corpus literario que debe ser entendido como un todo. Sin duda, él pertenece a esta categoría. Y por eso es tan difícil juzgar sus libros de modo autónomo –aunque, por supuesto, cada libro haya sido concebido como una obra separada que puede ser leída y disfrutada con total independencia–, pues su producción configura una especie de edificio donde los temas, las formas y las preocupaciones se repiten, se reelaboran, se agotan y, con el tiempo, vuelven a la vida. Temas como la pereza, el fracaso, la impostura, la identidad múltiple, los juegos de espejos, el humor o las situ

Un buen chico

Confieso que no había leído nada de Javier Gutiérrez (Madrid, 1974). Llegué a este libro por pura casualidad. Lo abrí en la mesa de novedades, leí el primer párrafo y me tuve que ir a casa a leerlo de un tirón. En apenas 139 páginas, Gutiérrez, a través de una escritura en segunda persona que emula el ritmo incesante y continuo del pensamiento, consigue una intensidad en la experiencia lectora que reverbera mucho más allá de la finalización del libro. La novela parte del encuentro casual entre Polo y Blanca, que desencadena los recuerdos de la juventud perdida y trae a la memoria algunos episodios trágicos que parecían borrados. El trauma, lo no asumido, lo supuestamente tachado de la memoria, retorna para romper un presente artificial, montado sobre la forclusión del pasado. Es un trauma personal, el de Polo, pero también es el trauma de toda una generación. La generación de los que hoy están en sus treinta y vivieron su juventud en la década de los noventa, rodeados de las drogas de

Tecnologías de segunda mano III. Retromanía y asimilación

Originalmente en Salonkritik Las dos entregas anteriores de esta serie de textos (publicados en forma seriada en Domingo festín caníbal de Salonkritik) intentaron mostrar la presencia de lo obsoleto en la cultura de masas y el arte de la contemporaneidad. Los usos de tecnología del pasado en Fringe y en la obra Rheinmetall / Victoria 8, de Rodney Graham , me sirvieron como ejemplo de la tendencia de la cultura visual de nuestros días a trabajar con estéticas anacrónicas y anticuadas como una puesta en obra de estrategias de resistencia ante los avances del tiempo y la historia. Una estrategia que no cesa y que, como se ha dicho en reiteradas ocasiones, ha tenido uno de sus episodios más recientes en los últimos Oscar con la confrontación entre dos modos de nostalgia: la nostalgia pasiva y conservadora de The Artist y la nostalgia operativa, de rescate –que pretendía actualizar a Méliès–, de La invención de Hugo. # Lugares comunes Esta presencia de lo obsoleto y lo nostálgico se ha co

Literatura de crisis

El pasado miércoles, en la Fundación Cajamurcia, tuve la oportunidad de escuchar a Isaac Rosa, uno de los escritores más serios e inteligentes de la actual narrativa en español. Entre otras muchas cosas, en su charla observó que la narrativa española de hoy parece vivir –con algunas excepciones, por supuesto– alejada de la realidad del mundo que le ha tocado vivir. Uno se pasa por cualquier librería y ve la mesa de novedades llena de libros de sociología, economía, política… que hablan de la crisis. Pero, como él preguntaba, «¿dónde están las novelas de la crisis?». Parece que las novedades literarias van a lo suyo. Literatura de evasión, literatura sobre literatura o novela negra –que es el «refugio» de la literatura social contemporánea–. Es como si en España –a diferencia de lo que pasa en Latinoamérica y en otras latitudes– la literatura fuese impermeable a los problemas sociales. Y no se trata ya de encontrar una novela «sobre» la crisis, sino que cualquier escritura del presente,

Nostalgia operativa

Se ha dicho por activa y por pasiva que estos han sido los Oscar de la nostalgia. Tanto «The Artist» –la ganadora– como «La invención de Hugo» –mucho mejor película– o incluso «Midnight in Paris» –Woody Allen en todo lo suyo– ponen en juego una especie de estética de la nostalgia que camina hacia el pasado y que es propia de un tiempo desquiciado como el nuestro que ya no sabe hacia dónde va. De todos modos, debemos tener claro que no todas las nostalgias son iguales. Tal y como sugiere Svetlana Boym en su libro «The Future of Nostalgia», hay una nostalgia improductiva –puro regodeo en el pasado y toma de conciencia de que «sólo existe la felicidad en el aire que una vez respiramos»– y una nostalgia operativa, que observa el pasado sin perder de vista el lugar en el que se encuentra, buscando en la historia lo que no quedó resuelto para reactualizarlo y ponerlo a funcionar en el presente. Estos dos modelos son los que se han jugado los Oscar. Frente a la nostalgia de «The Artist», que