Ir al contenido principal

Entradas

Mostrando entradas de noviembre, 2008

Confusión

Hace unas semanas, desesperado por la cantidad de personas que me llaman al móvil habitualmente, decidí comprar un nuevo teléfono cuyo número no desvelaría a nadie más que a los más íntimos y cercanos amigos. Iba a ser mi secreto, y nadie que yo no quisiera me iba a molestar. Sin embargo, como si se tratase de un castigo de los dioses por querer ausentarme de la sociedad, este móvil no cesa de sonar. Y lo más extraño de todo: nadie pregunta por mí. Desde el día que lo compré, no para de llamar gente preguntando por personas a las que no conozco: Pascual, Antonio, y ahora por Fran. A Pascual lo llaman del departamento de ventas de El Corte Inglés. Por lo que se ve, hay algún error con su tarjeta, un dato o algo así que tiene que modificar para que le puedan cobrar el último recibo del mes. A Antonio lo llaman de la sección de traumatología del hospital de Alicante. Hay unas radiografías que tiene que pasar a recoger para llevarlas a la clínica en la que tiene que hacer rehabilitación.

Despiste

Después de tres días intensos de sodomía, glosolalia y pulsión de muerte, hoy me he dado cuenta de que necesito un descanso. Al llegar a casa tras acabar la clase que imparto en filosofía los viernes por la tarde, me he percatado de que llevaba el jersey al revés, con todas las costuras y las etiquetas por fuera. Tres horas paseándome por la clase y escribiendo en la pizarra hecho un adefesio. Y es que hay jerseys a los que no se les nota demasiado, pero el que yo llevaba hoy se notaba a la legua, varias etiquetas en el exterior, en el lado, en la parte de atrás, la talla, las costuras, los botones del cuello al revés... vamos, que iba bonico. Ahora lo pienso y me da por reirme. Imagino a los pobres alumnos oyéndome hablar del masoquismo, el proyecto político de la sodomía y de la teoría queer mientras observaban que su profesor no sabía distinguir entre dentro y fuera. La verdad es que desde que recorrí un largo trecho andando con el casco de la moto en la cabeza, no había tenido desp

Desinformación y sexo en vivo

Lo de la prensa española no tiene nombre. Esta tarde, mientras tenía lugar la primera conferencia de Ron Athey, los medios no han parado de llamar al Cendeac. Querían cerciorarse de que realmente iba a tener lugar allí un acto de sexo en vivo, y si iba a ser homosexual. En cuanto yo les decía que no, que sólo era una conferencia, la cosa perdía todo interés, por muy homosexual que fuera. Lo gordo del asunto es que algún medio escrito y radiofónico ha olvidado preguntar y cerciorarse antes de hablar. Y ya corren por Internet las acusaciones al gobierno regional por apoyar prácticas sexuales homosexuales en público. Hay que ver lo rápido que se mueven los bulos en este país de desinformados. Lo que queda claro de todos modos, es que estamos en tierra de nadie, y que, hablando de sodomía, en el cendeac nos dan por todos los lados. Los de izquierdas, porque somos unos fachas del pp, y los de derechas, porque somos unos rojos progres. A mí me gustarían que se aclarasen, así también me podrí

Semana sessuarrr

Vuelvo de Lyon preparado para una semana intensa. Una semana en la que el artista californiano Ron Athey va a impartir en el Cendeac un seminario sobre el rol del performer contemporáneo en y su relación con la sodomía, la glosolalia y la pulsión de muerte . Por cosas del destino, coincide esto con las clases que comienzo mañana sobre la pulsión sexual en el arte contemporáneo. Así que ahora mismo tengo la mesa llena de libros no recomendados para menores de 18 años. Desde el Marqués de Sade a Bataille, rodeado por todas las perversiones que uno alguna vez se haya imaginado. Eso sí, todo con distanciamiento crítico. Esta tarde de comenzado con una especie de conceptualización de las prácticas de prostitución a lo largo de la historia, y me encontrado con la sorpresa de que la compensación sexual a cambio de protección o alimento es algo que nos viene de los primates. Al final va a ser verdad que es el oficio más viejo del mundo.

C'est finie

Con mi clásico y ya parece que inmutable acento murciano de la huerta, al final he conseguido conferenciar a los franceses sobre Robert Morris y las políticas de la ceguera. Por lo que he podido entrever, al final la cosa ha gustado, aunque se haya comprendido lo justito, pues creo que he metido el congreso en unos berenjenales filosóficos que no sé si venían demasiado a cuento. El pobre Morris no ha podido aguantar el día y se ha tenido que ir después de comer. Así que se ha perdido la charla, pero yo he respirado tranquilo. Quizá por eso la cosa ha salido mejor de lo que esperaba. De todos modos, tengo que comenzar a quitar hierro a estos asuntos. Al final preparo demasiado material y recursos que no utilizo, y me falta tiempo por todos lados. Tendría que estar ya acostumbrado. Sin embargo, me siento bien poniéndome nervioso. Constato que aún hay cosas que respeto, cosas por las que merece la pena una cierta inquietud. Este tipo de cosas, el arte y lo que decimos sobre él, como obser

Lyon

Con las prisas de estos últimos días, ni siquiera he tenido tiempo de escribir que no tenía tiempo de escribir que salía hacia un congreso en Lyon. Pero el caso es que ya estoy aquí, en la ciudad de los hermanos Lumière, en un apartamento de la Ecole Normal Superior de Letras y Ciencias Humanas. Después de dos noches sin dormir, he logrado acabar la ponencia que daré el viernes sobre Robert Morris y la antivisión. La verdad es que estas cosas me ponen nervioso. Sobre todo porque en la sala estará Robert Morris, a quien me hace mucha ilusión conocer, pero no tanta que me desmonte la argumentación. Vamos, un compromiso en toda regla. Y, como no tenía suficiente, la misma tarde en la que hablo, transmiten en directo la sesión para el Clark Institute en Williamstown (Massachussets). Una tontería si no fuese porque estoy pendiente de la resolución de una estancia de investigación de un semestre precisamente en ese centro. Es decir, que si la cosa sale bien, se plantea el mejor de los escena

El ojo de la época

A petición de la lejana Venezuela, dejo aquí un textito sobre Baxandall y el objo de la época. Es un capítulo del libro El archivo escotómico de la modernidad . Es el pdf antes de la corrección que salió publicada, así que alguna errata se habrá colado. He decidido subirlo de esta manera para comprobar también cómo funciona el sistema Scribd de visualización de documentos. Se puede ver a pantalla completa pulsando el botón de ampliación de la derecha. Para imprimirlo, simplemente hay que hacer click en "print". Y para descargarlo, lo mejor es pulsar en el enlace e ir directamente a la página de Scribd. En fin, espero que sirva de algo. La Configuración Del Ver Get your own at Scribd or explore others: Literature Essays alpers martin jay

Previsión

Confirmando el peor de sus temores, encontró la casa vacía. Nadie lo estaba ya esperando. Había pasado demasiado tiempo, tanto, que incluso le había costado trabajo recordar el camino de regreso. Sin embargo, todo estaba exactamente igual que el día en el que tuvo que partir a toda prisa. Nada había cambiado. Aunque lleno de polvo y desvencijado, todo estaba en su sitio, como si nadie más hubiera vuelto a pisar la casa desde entonces. Recorrió la casa en busca de alguna señal. Pero no había signos de vida. Nada, absolutamente nada. Le sorprendió encontrar, sin embargo, la nota que escribió para dejar constancia de su partida: "No me esperes despierta. Llegaré tarde. ( Ulises )".

Sequía

Estoy de sequía creadora. Entre los mil textos académicos y de catálogos, no me queda espacio en la mente para escribir algún cuento en condiciones, y mucho menos para meter mano a la novela. Durante un tiempo, los microrrelatos me salvaron la vida. Pero desde que los publiqué en la biblioteca del tranvía, parece que los condenados se resisten a salir. Se ve que se temen lo peor, quedar aprisionados en otro libro. Yo les aseguro que nunca mais, que no se preocupen, pero me dicen que se lo están pensando. Quizá un día de estos vuelvan a venir como antes. Hoy, desde luego, no.

Cosas a medio

Día de ordenar y retomar cosas a medio. Antes de comenzar a preparar la ponencia que tengo que dar en Lyon la semana que viene, miro de reojo los libros que he comprado esta semana y me entran unas ganas terribles de comenzar a leerlos. La lista inmensa, pero los últimos son: Jacques Rancière, Le spectateur émancipé (La frabrique); Maurizio Ferraris, ¿Dónde estás? Ontología del teléfono móvil (Marbot); Paul Gilroy, Después del Imperio. Emigración, xenofobia y diversidad cultural (Tusquets); Eloy Fernández Porta, Homo Sampler. Tiempo y consumo en la Era Afterpop (Anagrama). No puedo contenerme. Y arremeto contra uno de ellos (el de Fernández Porta). Sólo necesitaba un poquito, unas cuantas páginas para calmar mi sed. Ahora estoy algo más tranquilo. Y puedo comenzar a trabajar en serio sobre Robert Morris y la antivisualidad. Dudo que tenga tiempo mental para otra cosa en las próximas semanas.

Periferia textual

Con dos semanas de retraso, consigo terminar por fin el texto Where is Art Contemporary , un libro sobre el futuro del arte global que edita Hans Belting. Como siempre me ocurre, cada vez que tengo que escribir algo importante me entra el miedo escénico y me bloqueo. Durante el proceso de escritura de este texto, que ahora lo miro y tampoco es para tanto, me ha dado tiempo a escribir la tira de "otros textos". Ha sido curioso: cada vez que me atrancaba con una página, lo dejaba un momento y me salían siete u ocho de otras cosas. Cosas en las que iba ensayando y puliendo los argumentos del texto que se resistía a ser escrito. La verdad es que, bien pensado, la construcción de mis textos académicos es siempre periférica, a través de otros textos tangentes y excursivos que acaban conformando aquello que temo afrontar. O lo que es lo mismo, pero más claro, que doy demasiadas vueltas para llegar a lugares que tengo frente a mí desde el primer momento.

Obama-r

Como sigo liado con textos mil y en mil contextos, no he tenido tiempo aquí de hablar de Obama. Sin embargo, paradójicamente (y por cosas de trabajo), su elección me ha pillado leyendo un libro que tiene bastante que ver con él. Se trata de The Black Atlantic , el célebre ensayo de Paul Gilroy, uno de los más reputados intelectuales de color, en el que se describe la importancia de las travesías en barco a lo largo del Atlántico como una fuente esencial para comprender los modos de formación de la moderna identidad de la raza negra. Junto al surgimiento de los estados-nación, la Modernidad, sugiere Gilroy, también estuvo producida por una serie de desplazamientos intercontinentales que crearon una especie de subcultura al margen de las identidades nacionales. La identidad negra en América y Europa se formó a través de un proceso continuo de viajes e intercambios (vinculados con el trabajo y la esclavitud) a lo largo del Atlántico. Entre las numerosas aportaciones del ya célebre tr

Fantasmas

Durante estas semanas estamos trabajando en clase algunos aspectos de la relación entre arte y esoterismo. Es un tema que siempre me ha interesado, y este año, por fin, me he atrevido a introducirlo en el programa de una asignatura. Y lo cierto es que, cuanto más estoy profundizando en la cuestión, más fascinante me parece. Aunque en principio parezca mentira, es posible hacer toda una contrahistoria del arte moderno a través de su relación con el espiritismo, el ocultismo y la creencia en realidades más allá de los umbrales de la percepción. Es más, se puede decir que gran parte del arte moderno, de un modo u otro, se encuentra influido por esta serie de creencias ocultistas. Unas creencias que, a poco que uno mire con cuidado a su alrededor, siguen todavía vigenentes en nuestro mundo contemporáneo. Y esto no deja de ser curioso en un tiempo, como el presente, caracterizado por una racionalidad extrema y por un desarrollo extremo de la ciencia. William H. Mumler, Moses A.

Materialidad

Pasar toda la tarde frente a una tumba y no sentir más que un extraño dolor de espalda. Saber a ciencia cierta que ya nada había allí. Mirar y ver que nada devuelve la mirada. Mirar y no ver nada. Volver con la sensación de que todo ha finalizado para siempre. Escribirlo desde un iphone blanco y admitir la contradicción.